Los excesos son malos. Esta advertencia la hacen todos. Desde el médico hasta los padres e incluso los amigos cuando después de las fiestas (como las de fin de año) quedamos enfermos. La bebida provoca la consabida resaca o chuchaqui. Y comer con exageración, interminables idas al baño o una indigestión que hace jurar nunca más caer en el error de mezclar alimentos y dulces.