“¡Oh, Pachacámac, mujer pariendo mi hijo, le torcí los brazos. Ella, dulce ya de tanto aborto, dijo: Quiebra maqui de guagua; no quiero que sirva, que sirva de mitayo a Viracochas”.
Ese es uno de los textos que constan en la cantata popular Boletín y elegía de las mitas, de la autoría de César Dávila Andrade y Édgar Palacios, y que el pasado domingo, desde las 18:00, fue interpretada por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guayaquil y el conjunto coral de la Universidad Nacional de Loja.
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También contó con el acompañamiento vocal de la soprano Cecilia Tapia, la mezzosoprano Dhaily Naranjo, el tenor Santiago Erráez y el barítono Olmes Nogales.
La cita se desarrolló en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro y congregó a cerca de 500 personas, quienes disfrutaron del espectáculo sinfónico que lo dirigió Patricio Jaramillo.
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Previo a la musicalización de la historia indígena, la Orquesta Juvenil de Guayaquil abrió la actividad con Los Abagos y Escenas de Corpus, obras que integran el Ballet Aborigen, de la autoría de Luis Humberto Salgado.
Luego de esta primera parte comenzó la cantata popular, con el ingreso al escenario del coro y los solistas.
Cada uno de los cantantes interpretó parte del repertorio y, en ocasiones, lo corearon junto al grupo coral, dirigido por Luis Morocho.
“Es un espectáculo que merece ser bien difundido para que la ciudadanía conozca sobre esta historia”, expresó John Carrera, de 50 años, y quien asistió con su esposa, Martha Ruiz, y dos de sus tres hijos.
Él, según dijo, llevó a su familia porque ya sabía de lo que trata la cantata popular, “que sirve para conocer cómo sufrían los indígenas por el maltrato que le propinaban invasores a sus tierras para llevárseles lo que tenían, además de usarlos como esclavos”.
Marlene Jácome, en cambio, comentó que en partes no se entendía bien el repertorio. “Es porque tenía acento indígena, pero estaba bonito”, indicó la mujer, de 40 años, y que fue con su hija, Stephen Mejía, de 16.
“Traje a mi mami porque ya leí esta obra y me parece muy buena. Ahora quise saber cómo la musicalizaban con la orquesta”, manifestó la joven.
Jaramillo, por su parte, indicó que “fue una buena experiencia, especialmente para los jóvenes (de la agrupación sinfónica) hacer esta obra de gran importancia, que trata de la opresión que sufrieron los indígenas”.
“Esta es una obra prácticamente ecuatoriana que ha trascendido fronteras y en otras ciudades del país ya se la ha presentado, con sus respectivas orquestas. Es un orgullo dirigirla y compartirla a los ciudadanos”, señaló el director del grupo sinfónico.
“Es un espectáculo que merece ser bien difundido para que la ciudadanía conozca sobre esta historia”.
John Carrera, asistente.