Hay una canción de Topo Gigio que ocupó gran parte de mi niñez: “Los abuelitos, son los papás de mis papitos, nos tratan como a sus hijitos, pero nos consienten más...”. En Vitus, la cinta suiza del director Fredi M. Murer, hay un abuelo bien puesto (Bruno Ganz), cabal en su representación, mesurado, pero extremadamente importante para el desarrollo normal de un niño superdotado. De hecho, sus escenas son las que soportan la mayor carga emocional y calan hondo con un guión excelente.
No es la primera vez que el cine intenta retratar el conflicto emocional y la poca aceptación social de niños genios, pero el cine europeo tiene un “algo” que transporta a esta cinéfila desde la butaca a la vivencia. Trabajar con niños actores no debe ser muy fácil para cualquier director, pero Murer logra un Vitus de 6 años maravillosamente personificado por la dulzura de Fabrizio Borsani. Las actuaciones secundarias no solo cumplen su papel, sino que coadyuvan al excelente producto final de la historia. La música es el hilo conductor, y para ello Murer recurre a un Vitus de 12 años, llevado a la vida por el virtuosismo al piano de Theo Gheorghiu, quien en realidad ha ganado importantes premios en su carrera como concertista y a quien le auguro un buen éxito si continúa con el mismo demostrado desparpajo para moverse frente a las cámaras.
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Murer opta por una puesta en escena de corte clásico y convencional, toma sí algunas imágenes de video doméstico para rememorar una intimista historia familiar y aupar una narrativa que exige del espectador una postura contemplativa, reflexiva, que se aleja de la comicidad fácil y también del denotado dramatismo, lo acerca más bien a una mirada crítica de las convenciones sociales y las exigencias de pertenecer a un grupo, mientras de otro lado deja claro que volar es lo más importante, alcanzar las metas o ir en pos de un ideal.
Las subtramas pueden resultar algo inconclusas y el final un tanto precipitado, pueden sobrarles unos minutos de metraje, pero la eficacia del propósito justifica los elementos expuestos. Una delicia sin excentricidades, delicada y muy recomendable.