Durante los últimos 50 años, dentro de un almacén sin identificación alguna aquí, un objeto de utilería cinematográfica histórico ha yacido en un muy profundo sueño. El mes pasado, una archivista de Walt Disney Company lo despertó.

Usando guantes blancos, la administradora del extenso almacén, Becky Cline, abrió una caja de embalaje que contenía el gigantesco libro de cuentos enjoyado usado para la escena inicial de La Bella Durmiente, el clásico animado de 1959. “Tenemos que ser realmente muy cuidadosos con esto”, dijo Cline, casi en un susurro.

Publicidad

 El objeto de utilería y docenas de especímenes de las películas de Disney –que han estado guardados bajo llave mucho tiempo– fueron mostrados en una reciente exhibición inusual de artículos de interés en el Centro de Convenciones de Anaheim, en el sur de California (Estados Unidos).

También se incluyeron: la gorra de piel de mapache que Fess Parker usó como Davy Crockett (que llevó a una locura nacional), la blusa de Mouseketeer de Annete Funicello, un disfraz de la serie de los años cincuenta Zorro y la estrella en cuatro ruedas de The Love Bug.

Publicidad

La exhibición, Tesoros de los Archivos de Walt Disney, también incluyó griales modernos como la peluca rubia de Hannah Montana; y artículos de la oficina de Walt Disney, como el teléfono de disco giratorio, con el cordón sucio y todo. “Nunca lo limpiamos; esa es la mugre de Walt”, dijo Cline.

La exhibición forma la pieza central del intento de Disney por protagonizar su propia versión de Comic-Con International, la gigantesca reunión anual para fanáticos de cómics y entretenimiento de ciencia ficción que se ha vuelto un acontecimiento importante en el calendario de Hollywood. Llamada D23 Expo, la exhibición de Disney incluyó elaborados pabellones donde las divisiones de parques temáticos, estudio cinematográfico, televisión y productos de consumo de la compañía promovieron sus artículos, existentes y planeados.

Fue una abierta campaña de ventas de la marca, considerada una de las más fuertes en el mundo. Pero la compañía está muy consciente de que el internet ha dado a los consumidores más fuerza en la determinación del sentimiento público (más de mil blogs analizan sistemáticamente todas las cosas de Disney), y está tratando de “dar un superservicio” a ese grupo.

D23 es idea de la división de relaciones públicas de la compañía. (El 23 se refiere a 1923, el año en que Walt Disney abrió su estudio de California).

Disney subastó artículos en la exhibición, incluidas celdas de animación de películas como El Libro de la Selva, un galeón pirata del juego mecánico el Vuelo de Peter Pan, en Disneylandia, y objetos de utilería de High School Musical 3: Senior Year.

El acto es también emblema de un cambio filosófico en Disney. En décadas anteriores el punto de vista de la compañía fue: Somos el grandioso y poderoso Disney, y diremos a las familias cómo pasar mejor su tiempo de ocio. Ese enfoque causó resentimiento entre algunos consumidores, un sentimiento que el nuevo equipo ejecutivo ha pasado años trabajando por aliviar. Además, Disney ahora siente la competencia de Nickelodeon y DreamWorks Animation, entre otros.

Los archivos son un  ejemplo del cambio de actitud. Se ha dado acceso a investigadores independientes y ocasionalmente ha prestado o donado artículos. El Instituto Smithsoniano tiene una de las famosas tazas de té de Disneylandia, por ejemplo. Pero la mayor parte del tesoro ha estado casi totalmente oculto para el público.

Cline estima que el 80% de una colección, que la compañía dice contiene alrededor de un millón de artículos, nunca ha sido exhibida. Ese mandato provino del propio Walt Disney, quien murió en 1966: No hablemos sobre cómo hacemos la magia.

Los artículos incluso eran un poco misteriosos para Robert A. Iger, quien se convirtió en director ejecutivo de Disney hace cuatro años. Recorrió el archivo después de tomar posesión y se sorprendió de lo que encontró. La exhibición de 92 artículos finalmente podría ser montada como una exposición itinerante, similar a lo que Warner Brothers está haciendo con su exitosa gira de artículos de utilería de Harry Potter.

“Se volvió cada vez más evidente que las joyas de la corona de ocho décadas de historia de Disney necesitaban ser compartidas con el mundo”, dijo Iger en un mensaje de correo electrónico.

Cline y sus siete colegas archivistas siguen tratando de catalogar todo, mientras esperan que algunos artículos desaparecidos, como el bolso de alfombra que Julie Andrews portó en Mary Poppins, aparezcan.

“En décadas pasadas, los estudios se deshacían de estas cosas o dejaban que salieran de la locación; no eran consideradas importantes”, dijo Tim Luke, comerciante de artículos de interés en  Florida, que organizó ventas que incluyeron objetos de Disney cuando trabajó en Christies en los años noventa.

Desde que Iger puso una renovada atención en la colección, los archivistas han añadido unos 15.000 artículos, en parte hurgando las salas de almacenamiento. Descubrieron los baúles de viaje de Walt Disney de los años treinta (él a menudo daba sus artículos personales viejos a utilería) y un matronal vestido que Bette Davis usó en la película de 1978 Regreso de la Montaña Embrujada.

Un descubrimiento particularmente bueno fue un traje usado para preparar  Pinocho en 1940. El estudio tomó escenas de actores disfrazados que imitaban la acción en el guión para que los animadores pudieran estudiar sus movimientos. Estaba pudriéndose en su gancho en la parte posterior de un edificio de guardarropa.

“En ocasiones tenemos  que ensuciarnos”, dijo Cline, recordando el momento en que ella y un colega usaron cascos y mascarillas para recuperar artículos en un juego mecánico de Walt Disney World que estaba siendo reacondicionado.

Menos arduo fue un reciente viaje a la propiedad de George Lucas en  California. Cline voló ahí para recuperar el uniforme de cuero blanco que Michael Jackson usó en Captain EO, la cinta que fue una atracción en los años ochenta en los parques de Disney. Lucas, que produjo y fue coescritor de la minipelícula, aceptó prestar el traje para la exhibición D23 después de la muerte del Rey del Pop.

Pero mucha de la atención de Cline se ha enfocado en el libro de cuentos de La Bella Durmiente. Con su cubierta de latón repujado y páginas pintadas a mano, la fabricación del artículo costó unos $ 1.500 ($ 11.000, ajustado a la inflación). El tiempo no ha sido amable, sin embargo, y parte de las florituras de cristal de colores necesita reparación.

“No es solo un artículo de utilería cinematográfica; es parte de nuestros cimientos”, dijo la archivista Becky Cline.