Con atención y cordialidad son recibidos los turistas, estudiantes, amigos y todos quienes llegan hasta el Museo Mineralógico, cuyo fundador y propietario es Magner Turner Carrión, de 61 años y quien en agosto pasado recibió el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo, en reconocimiento a su actividad científica.

Hablar con Turner es imaginarse una escena de minas, piedras, un grupo de mineros en plena jornada y mirar metales preciosos como el oro, que se obtiene en Portovelo y Zaruma, pero repentinamente nos traslada a Estados Unidos, Canadá, la Antártida, África, países de Europa, Medio Oriente y otros lugares del mundo que en su trayectoria ha recorrido.

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Mientras conversa tiene la tradición de ofrecer a sus invitados una taza de café zarumeño. Al preguntarle sobre su vida, muy emocionado dice: “yo nací cerca de una mina (campamento) y empecé a ver los destellos de los minerales”, además de la actividad minera, en el barrio Machala, de Portovelo, donde la mina se denominaba Curipamba, que significa Pampa de Oro.

Es parte de la tercera generación de los Turner. Su abuelo, Marcel Turner, y su padre, Lee Roy Turner, también se dedicaron a la minería y estudio de esta rama. “Empezamos con una minería ordenada en la época de mi abuelo y mi papá. Para tener éxito en la minería había que estudiar profundamente y trabajar igualmente”,  expresa el investigador.

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La familia del experimentado hombre de minas ha sido el pilar para ofrecer servicios en varios lugares. “Fuimos los primeros en estar en Camilo Ponce Enríquez y fui uno de los primeros en descubrir el depósito minero de Guaysimi Alto (Zamora Chinchipe)...”, y continúa con un sinnúmero de lugares del Ecuador y de otros países.

Se considera como uno de los impulsores para desentrañar alrededor de unas ocho ciudades perdidas en el país, como la ciudad del Alto Nangaritza, en 1987. Este año tiene previsto recorrer varios sitios en la provincia de El Oro junto a un equipo de geólogos, y buscar vestigios antiguos.

El museo geominero, denominado Magner Turner e instalado hace 33 años, está ubicado en su propia casa. “Cada vez me queda menos espacio para mi cama”, bromea. En ese sector funcionaba un campamento americano. Las muestras que se encuentran son minerales, fósiles y rocas.

“El 20% es ecuatoriano y el 80%, de los cinco continentes. Es un museo internacionalizado; yo he viajado de polo a polo y de cada viaje, de cada incursión, se ha traído muestras con el aval de los gerentes de las compañías”, comenta.

Cada centímetro del museo tiene objetos, muebles, piedras, osamentas. El olor a piedra y minerales, parece que invita a recorrer todas las vitrinas y el patio. Son alrededor de diez mil piezas de minerales, piedras preciosas, rocas, equipos antiguos de minería y hasta de cavernas las que están allí.

Junto a ese espacio se ha descubierto que atraviesa un camino de piedras que es conocido como Camino del Inca (Cápac Ñan). Turner dice: “dejaron más de 55 mil metros de este camino entre Portovelo y Zaruma, por aquí pasaron Atahualpa y los españoles en busca del oro”, en la época colonial.

Actualmente colabora con el Instituto de Patrimonio y la Escuela Superior Politécnica del Litoral, con la que tiene un proyecto, que es la Ruta del Oro.

Sobre el futuro de la minería comenta que “el Gobierno puede considerar que no puede perder la mano de obra calificada (mineros). Quizá luego se favorezca con un banco minero y un hospital. Cuando fui asesor en el Congreso Nacional pedí que se construyeran tres hospitales para las tres provincias mineras: Zamora Chinchipe, El Oro y Azuay (Ponce Enríquez), pero no me hicieron caso”.

Es uno de los principales expositores mineros . En 1976 inició con su primera exposición. “Tengo unas 65 exposiciones en Ecuador y unas 15 internacionales”, con parte del museo itinerante. Su primer hijo, Magner Lee Roy, estudia geología en la Universidad de Guayaquil. Además, la familia se completa con los adolescentes Israel David y Natan Yaruzaf Turner Salamea. Su esposa, Alba Julieta, es la más preocupada de los asuntos familiares, indica.

Ricardo Suárez, asistente técnico del museo, comenta que es muy interesante trabajar junto a Turner. “Cuando habla me hace imaginar muchas cosas que son realidad, tiene una memoria que recuerda todas las fechas, es increíble”, manifiesta.

Los amigos y sus familiares lo conocen como El Salvaje o Indiana Jones.
“Esos apodos me pusieron por lo fuerte que soy y por lo arriesgado, no le tengo miedo a nada, la selva es parte de mi vida”.

Una exposición del museo se realizará en Zaruma el próximo 26 de noviembre, allí estarán Turner y su equipo. Para el pasado sábado estaba previsto que un grupo de amigos le ofreciera un homenaje por haber ganado el Premio Eugenio Espejo.