Un encuentro para alabar a Dios con música, cantos, gritos, brincos, aplausos y oraciones. Eso fue el concierto que el pasado jueves ofreció en el estadio Monumental de Guayaquil el pastor evangélico mexicano-estadounidense Marcos Witt.
Programado a las 18:00, el recital se inició a las 19:17 con una corta plegaria pronunciada por dos presentadores cristianos que invitaron a la concurrencia para invocar a Dios.
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Luego, confirmando que se trataba de un concierto Sobrenatural (nombre de la gira de Witt), se anunció a Gabriela Guaigua, la niña de 8 años que con tierna voz y buen dominio escénico –acuñado seguramente tras participar en el segmento Kids del reality ‘Fama o drama’, de TC Televisión, del cual fue finalista– supo conquistar a la audiencia, que la vio cantar y bailar en el nombre de Dios.
Su paso por el escenario fue breve y dio cabida a Tomback, el grupo de percusión quiteño que estremeció al Monumental con sus fusiones y golpes de tambor. La gente, que los aplaudió por largo rato, saltó eufórica durante la media hora que duró su intervención.
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Vinieron videos, proyectados en las cinco pantallas gigantes apostadas en el escenario (3) y sus costados. Allí se apreciaron testimonios de fe de varios creyentes. Fue el preámbulo para la actuación de Witt que salió a escena cuando un cronómetro que aparecía incesante en las pantallas marcó la hora cero.
Sencillo, emocionado y dispuesto a vivir con el público una experiencia Sobrenatural, que solo se logra con la bendición de Dios, el cantautor se presentó en la tarima ante una audiencia que prácticamente llenó el Monumental y que lo recibió con aplausos, gritos, celulares encendidos y pequeños objetos fosforescentes que simulaban miles de luciérnagas.
Eran las 20:14 y Witt pedía al Espíritu Santo que descendiera sobre Guayaquil. Lo hizo con palabras y música, pues sin mucho preámbulo interpretó el tema Desciende aquí, seguido por Es aquí, es ahora y un par de canciones más que la gente coreó como himnos.
Él pidió sonrisas y afirmó que el gozo del Señor da nuevas fuerzas. Los cristianos vivimos enamorados de Jesucristo y por eso nos gusta cantar, gritó y contó luego sus inicios en una iglesia pequeña. Hizo suyo un popurrí con cánticos como Gozo en el alma, Tengo un amigo que me ama, Me gozaré, Muévete y Sobrenatural, el sencillo promocional de su más reciente producción discográfica, la cual da nombre a su periplo.
Tras varias interpretaciones, Witt se dio tiempo para orar a Dios por los enfermos de cuerpo y alma. Dijo estar convencido de que los milagros existen y mostró en un video uno de los tantos que ha atestiguado. Era la historia de Sebastián, un niño a quien los médicos desahuciaron cuando este tenía 3 años y que sanó luego de largas jornadas de oración; ahora tiene 8.
Había transcurrido más de hora y media de concierto cuando Witt comentó sobre CanZion Producciones y el instituto de igual nombre que creó para impulsar trabajos musicales y formar líderes de alabanza. Él interpretó un par de temas más y se despidió dejando a un público visiblemente emocionado, satisfecho y agradecido.