Él nada contra el tiempo. En estas épocas doradas de los Mp3 y CD –originales y piratas–, Pablo Campoverde continúa comprando y vendiendo longplays de vinil. Aunque cuando rueda en su camioneta, que luce la leyenda: “Compro discos L.P. vinil”, es detenido por los que necesitan deshacerse de esos discos inservibles que ocupan espacio, también es buscado por los coleccionistas que desean adquirir la música de su preferencia en ese antiguo formato.

Campoverde Freire –de 52 años– siempre fue amante de la música. Por eso, cuando  quedó desempleado hace 15 años  optó por dedicarse al negocio de los discos.

Los domingos, comenzó vendiendo CD originales y longplays en un portal de Alcedo y Pedro Moncayo. Sus mejores clientes eran el economista Pablo Concha, Michel Jairala –tío del Prefecto–, el coleccionista Carlos Wong, etcétera. “Ellos todos los domingos iban a buscar música y también los que cargaban solo la plata para la comida de la semana, pero compraban discos y (de) comida nada”, recuerda entre risas.

Publicidad

Cuando llegó el disco pirata de un dólar  y el Mp3 player, y   la alcaldía prohibió “la cachinería dominical”, él se dedicó a comprar y vender discos de vinil.

Hace diez años, como no se podía vender en el centro, comerciaba en las ferias del suburbio y con su cargamento musical a cuestas empezó a viajar a las ferias de Ambato, Latacunga, Machachi y Riobamba.

“Tú vas a cualquier feria y encuentras a los coleccionistas. Una vez llevé 500 discos de vinil. En Ambato vendí como 200, luego fui a Riobamba y regresé con solo tres discos. Todo se vendió porque era buena música”, cuenta.

Publicidad

Actualmente solo visita la feria de Riobamba, que es un buen mercado y está cerca, además, como es difícil transportar esos discos que son grandes y pesados, allá tiene una bodega.    

Ahora su centro de operaciones es Guayaquil. Es conocido por los coleccionistas que lo llaman a preguntar si ha traído sus discos preferidos, si es así lo visitan. Los discos más apetecidos y caros son los de rock clásico.

Publicidad

Aunque existen diversos tipos de coleccionistas. Por ejemplo, un mexicano que solo viene a comprarle discos de cumbias antiguas; en Ambato hay un señor que tiene una colección de 80 mil discos de música nacional de la sierra. Hay los que coleccionan por tipo de música –clásica, boleros, baladas, jazz, etcétera– y otros por autores, como un abogado que posee unos 600 de Julio Jaramillo. Los más baratos cuestan hasta $ 5 y  los discos de colección de $ 15 en adelante. “La persona que vende disco de vinil no se hace millonario, se gana solo para sobrevivir”, aclara Campoverde, quien tiene unos 10.000 longplays y otros 10.000 de 45 revoluciones.

Los adquiere de familias que desechan los vinilos de sus difuntos, de los que se cambian de casa y no tienen espacio o de los que viajan. Cuenta que una vez una señora hizo detener su camioneta para preguntarle cuánto le pagaría por tres discos.