Juan Carlos Rubiano Vargas puso en circulación su obra Cruz de espadas, una historia de amor de dos personajes que vivieron de cerca los hechos históricos de la primera revuelta americana contra la Corona Española. El libro, que narra los encuentros y los desencuentros vividos “durante los turbulentos años que siguieron al primer grito de libertad”, fue editado con ocasión del bicentenario del Primer Grito de Independencia de América. Según su autor, los protagonistas de la novela, Matilde Heredia y Antonio Fernández, son dos visiones opuestas de la revuelta quiteña.

¿Qué engloba Cruz de espadas?
La obra está ambientada en los tres años que conmocionaron   la ciudad, a partir del Primer Grito de Independencia, que fue un golpe de Estado, hasta la batalla del Panecillo, que pocos conocen. La del Panecillo es una batalla fundamental, muy interesante, porque a diferencia de esta revuelta fue una batalla en la que participó mucho la población.

Publicidad

¿Y la novela se refiere a todo?
La novela no está específicamente centrada en los hechos históricos, lo que propone es entender qué pasaba en Quito en esos días.

¿Y qué pasaba en Quito?
Muchas cosas. Entre ellas había las tertulias en las que la gente se reunía para hablar de política o para simplemente conversar y pasarla bien. Era gente muy enterada, muy preparada.

Publicidad

¿Esas personas son las que estuvieron en el Primer Grito de  Independencia?
De hecho, una percepción que tengo es que cuando hubo la masacre del 2 de agosto de  1810 mataron a las mentes más lúcidas, a gente muy importante, muy capaz. Por eso, Cruz de espadas ayuda a entender la revuelta quiteña.

¿Seleccionaron a las personas para acribillarlas?
No. Buscaron a los principales cabecillas, a los que eran los eminentes políticos de la ciudad. Pero mataron también a otras personas que estaban fuera de la ciudad porque hubo una revuelta.

Y en este ambiente, ¿en qué momento se dan los encuentros y los desencuentros como para escribir una historia de amor?
La historia de amor tiene sus matices. Por un lado está la historia de amor entre Antonio y Matilde, el uno realista y la otra patriota. Él es un realista particular que viene de España. Y viene de conocer a quien él nombra siempre como Samuel Robinson, que en realidad es Simón Rodríguez, que a mi modo de ver es uno de los grandes revolucionarios de la época, pero que no se le dio la debida importancia. Matilde fue la mujer que lo cautivó.

¿Cómo aprecia la obra el público común y corriente?
Es entretenida, es una historia de amor y al mismo tiempo es un relato de aventuras, por lo que sucede entre Antonio y Matilde, que es como que le pone un montón de obstáculos en la vida a Antonio para alcanzarle a ella.

¿La revolución en sí misma es una aventura?
Es una aventura en la medida en que no se sabe por dónde va. Y al ser la primera revuelta no se tiene muy claro para dónde quiere ir.

¿Cómo nace el proyecto de hacer esta novela?
Hace cuatro años yo arranqué en Quito un proyecto que estoy empezando a concretar y que es una serie de videos que recogen investigaciones sobre la vida cotidiana de la ciudad. A partir de ahí comienzo a pensar en la novela porque me encuentro con un montón de cosas interesantes de la vida de los quiteños.

¿Cómo cuáles?
Por ejemplo, que los médicos hasta más o menos el año 1860 no podían tocar sangre. Entonces, los cirujanos eran realmente artesanos que no eran médicos.

¿Cruz de espadas es una novela muy particular?
Puede ser porque habla mucho de la historia, de lo que pasó durante esos días en los que se libraban batallas.

Perfil
Nació en Bogotá (Colombia), en 1959.

En 1981 recibió el premio en el Concurso de Crítica del Cine Focine.

Publicó la novela No mires atrás, en 1991, que recibió el premio del IV Concurso de Novela.

Presentó  la obra Tres exóticas aventuras de Ray López, detective privado, en 1996.