Las revoluciones se hacen para cambiar la tenencia de los bienes y la nomenclatura de las calles (Nicolás Gómez Dávila).
Lo que el gallo quiere es cantar; el alba le importa un carajo (Franz Moreno).
Las revoluciones pasan, las prebendas quedan (Millôr Fernandes).
Entre centenares, miles de ejemplares expuestos en la última Feria del Libro Bogotá, di con Un dinosaurio en un dedal. Creo que ese solo hallazgo justificó mi viaje. Fue un encontronazo, manos a boca, con el absurdo. Con la irreverencia. Con el talento. Con el prodigio de la síntesis. Con la ironía. Con el humor.
La cosa es que Daniel Samper Pizano se impuso la tarea de demostrar que en América Latina sí hay filósofos. Y de los más altos y sesudos. Con la ventaja de que no son un plomazo como Kierkegaard, ni complicadísimos como Hegel o impronunciables como Husserl. No. Los nuestros son rapiditos, perfectamente masticables y, además, entendibles. Por ahora, Samper nos presenta a tres: el colombiano Nicolás Gómez Dávila, el argentino César Fernández Moreno y el brasileño Millôr Fernandes.
Un dinosaurio en un dedal es un libro de apenas 142 páginas pero cuya lectura puede demorar mucho, porque uno está tentado a quedarse días enteros dando vueltas sobre cualquiera de las sentencias (aforismos se llaman) que leyó.
En fin, es uno de esos libros que nos reconcilia con el ingenio.
Como la obra recién fue presentada en Colombia, imagino que tardará bastante en llegar por estos lares. En vista de que no me aguanto las ganas, voy a copiar algunos de los aforismos que he cazado a salto de mata a través de las páginas, con lo cual estoy seguro de que me ganaré el agradecimiento de los lectores, a quienes lograré alegrarles este domingo de miércoles:
El político tal vez no sea capaz de pensar cualquier estupidez, pero siempre es capaz de decirla (Nicolás Gómez Dávila).
A mí lo que me gusta es que haga mucho calor y abrir las ventanas para que no haga tanto calor (Franz Moreno).
Coherente es el individuo que jamás tuvo otra idea (Millôr Fernandes).
En las elecciones democráticas se decide a quienes es lícito oprimir legalmente (NGD).
Para mirar la oscuridad basta con un solo ojo (FM).
En caso de duda, haga lo contrario (MF).
El más peligroso analfabetismo no es el del que irrespeta todos los libros sino del que los respeta todos (NGD).
Qué importa no tener agua. Lo malo es no tener sed. (FM).
Cuando dos personas odian a una tercera, tienen la impresión de que se estiman (MF).
Yo no sé bien lo que sé; pero, por lo menos, ignoro totalmente lo que ignoro (NGD).
Morir es como dormir pero sin levantarse a hacer pis (MF).
La frontera entre la inteligencia y la estupidez es movediza (NGD).
Vivo bajo el peligro inminente de que me llamen por teléfono (FM).
Acabar con la corrupción es la meta suprema de quienes aún no han llegado al poder (MF).
Y este último, también de Millôr Fernandes, para cerrar con broche de oro la caza: Para ser considerado musicalmente culto es necesario, por lo menos, distinguir entre Gulda, Favestaff, Thalberg, Ritter, Steinway, Erard, Buzón, Esenfelder, Vulgo, Beckstein, Sekin, Bösendorfer y Pleyel: cuáles son los pianos y cuáles los pianistas.