La celebración de los 200 años del proceso independentista en varios países de América, y que en Ecuador se conmemora con euforia mañana, ha sido politizada por el Gobierno y está  reviviendo polémicas regionalistas, consideran historiadores y analistas de Guayaquil, Quito, Portoviejo y otras ciudades.

Mientras, actores de la cultura del país reclaman porque los festejos han sido centralizados solo a Quito y también porque no se ha generado un debate para repensar el pasado.

En la publicidad oficial de la Presidencia y los ministerios han incluido el logo del bicentenario. Hay cuñas publicitarias con gran carga ideológica,  como en una radial en la que se hace referencia al derrocamiento del ex presidente Lucio Gutiérrez, actual opositor del régimen. Ahí se revive la toma del Ciespal que en el 2005 hicieron los forajidos contra Gutiérrez y concluye con un llamado del Ministerio de Cultura para no olvidar estos hechos.

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Pero independiente a ello, en Quito se vive con alegría la fiesta, con una amplia agenda. En los museos de Arte Contemporáneo, del colegio militar Eloy Alfaro y de la Casa de la Cultura  se exponen pinturas de los héroes que gestaron el grito libertario del 10 de Agosto de 1809 contra la dominación española. Págs.

Desde el cielo, las noches de Quito son un maravilloso espectáculo, donde las hileras de luces anaranjadas de sus calles parecen caminos de lava ardiente que baja por las laderas de sus montañas.

Hoy ese Quito tiene más brillo. En el Panecillo, en sus barrios y sobre todo en el Centro Histórico, se vive una fiesta de arte e historia por el Bicentenario de la Independencia del Ecuador. Una celebración que pese a ser nacional está pasando casi desapercibida en el resto de provincias y que al coincidir  con un momento de tensión política, ha revivido el debate por las lecturas regionalistas  del proceso de liberación del país.

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“Es la sobrevaloración del 10 de Agosto de 1809 contra su desvalorización”, asevera Wellington Paredes, asesor académico del Archivo Histórico del Guayas. La primera visión, dice, ubica la acción independentista  no como un proceso en el que participaron diversos actores, sino  fundamentalmente en el 10 de Agosto y  con la élite quiteña como protagonista. Esta, señala Paredes, se  refleja en publicaciones como  Breve Historia Contemporánea del Ecuador, publicada en 1994, donde  las guerras de Guayaquil y Cuenca (el 9 de Octubre y 2 de Noviembre de 1820, respectivamente) no son consideradas revoluciones, sino solo alzamientos. “Llama a todo el proceso indepedentista, desde 1809 hasta el 24 de Mayo de 1822, como Revolución Quiteña”, acota Paredes.

Es la visión tradicional, la que se ha impartido en las escuelas y colegios, coinciden algunos  historiadores costeños,  quienes sostienen que con ello se fomenta un espíritu de patriotismo hacia las élites capitalinas, minimizando la Revolución del 9 de Octubre, la cual, aseguran, fue la verdadera gestora de la Independencia, lograda finalmente  con un ejército multinacional financiado por Guayaquil en  la Batalla del Pichincha, el 24 de Mayo de 1822.  “La revolución (del 10 de Agosto) es quiteña y a favor solo de esa sociedad, no tiene trascendencia nacional”, agrega el  director del Museo Municipal de Guayaquil, Melvin Hoyos, para quien  el llamado Primer Grito de la Independencia tampoco  fue tal, porque  los criollos que lo proclamaron  juraron fidelidad al rey Fernando VII de España, como constaba en el Acta de Independencia de esa fecha. Esta se quemó en un incendio en el Archivo Histórico de Quito,  pero antes fue recogida en libros como el de Óscar Efrén Reyes, Breve Historia General del Ecuador, publicado en 1976.

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Pero leer esa declaración aisladamente es un error,  asevera Tatiana Hidrovo, profesora de Historia de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manta, quien indica que para entender  al  10 de Agosto hay que contextualizarlo en la realidad mundial de esa época, que fue marcada por la apropiación de Napoleón Bonaparte de la corona española. Esto, explica, originó la conformación de juntas soberanas en América, como en  España, que rechazaban esa invasión y apostaron por un nuevo modelo de gobierno: las monarquías constitucionales. “El rey ya no se gobierna solo sino con los lineamientos del pueblo”, explica Hidrovo, para quien  las celebraciones del 10 de Agosto están justificadas, pues como un movimiento autonomista fue el inicio de un proceso independentista, en el que participaron actores de distintas localidades que hoy conforman Ecuador.

Lo que es injustificable, según algunos historiadores, es el uso político que se está haciendo  de la celebración de la Independencia. Así, por ejemplo, en toda la publicidad oficial de la Presidencia y los ministerios se ha incluido el logo del bicentenario. 

“Esto no es nada malo, es lo que ocurre en todos los países, porque los gobiernos también celebran desde su perspectiva política, eso es legítimo”, manifiesta al respecto Juan Paz y Miño,  historiador y  secretario del comité para el bicentenario, que fue creado por decreto presidencial el 15 de abril del 2008.

No obstante, hay cuñas publicitarias en que la carga ideológica se siente con más peso,  como en una radial en la que se hace referencia al derrocamiento del ex presidente Lucio Gutiérrez, actual opositor del régimen. El anuncio revive la toma del Ciespal que en el 2005  hicieron los forajidos contra Gutiérrez y concluye con un llamado del Ministerio de Cultura para no olvidar estos hechos.

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En este sentido,  el sociólogo Gaitán Villavicencio señala que hay una manipulación mediática desde el poder, una apropiación irreverente y torpe de la historia para reforzar la ideología política partidista. Agrega que   con esa forma de  manejo de la celebración libertaria se están fomentando  las separaciones y polémicas  innecesarias y regionalistas.

 Es el caso de lo que se ha generado sobre el libro Historia de Guayaquil, escrito por Efrén Avilés (director del Archivo Histórico del Guayas) y Melvin Hoyos. El texto fue descalificado por el presidente Rafael Correa en el enlace sabatino de la semana pasada, en el que amenazó con prohibir la entrega gratuita de esa publicación por parte de Alcaldía guayaquileña, por considerarla atentatoria contra la imagen de Simón Bolívar.

En el libro este personaje es calificado como un usurpador que  tomó a Guayaquil amenazando con su ejército, en un  momento en que la provincia estaba indefensa. “A Bolívar le molestaba que Guayaquil se hubiera independizado sin su ayuda; y olvidaba, o no quería recordar (...),  que esos guayaquileños a los que llamaba afeminados y nada militares eran quienes habían luchado para darle la libertad de la Audiencia de Quito”, reza un fragmento del texto.

Antonio Parra Gil, ex canciller y estudioso del pensamiento del Libertador,  rechaza esta apreciación del venezolano, indicando que “la supuesta anexión forzosa de Guayaquil a Colombia” es una falsa imputación peruana contra Bolívar, pues, asegura, el venezolano sí tenía respaldo en Guayaquil.  Pero, dice,   del otro lado, el de la  izquierda latinoamericana representada por los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) y  Correa, también se  está haciendo uso perverso de la imagen del Libertador, “cuyo pensamiento  es contrario a lo que plantea la llamada revolución del siglo XXI”.

“Bolívar dijo: Nada es tan peligroso como dejar  permanecer en un solo ciudadano el poder, el pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandar. Y eso es lo que pasa en el país, donde todos los poderes están concentrados en la presidencia”, refiere Parra Gil. Asimismo, señala que mientras Bolívar buscaba la unidad de los pueblos, Correa lo ha utilizado para sembrar más desunión entre los propios guayaquileños, con discursos como: “La espada emancipadora no ha sido envainada todavía, está haciendo revolución, por eso ciertos grupos oligárquicos tratan de echar tierra sobre su recuerdo”.

Su expresión fue recogida el 24 de julio, durante el cambio de nombre que se hizo del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) por el del Centro Cultural Simón Bolívar, en el paseo León Febres-Cordero del Malecón.  Esto, para el ex canciller, es un intento de borrar las obras que ha hecho la derecha en la ciudad y marcarlas con el sello de la izquierda, no solo con el nombre de Bolívar, sino también con el de Eloy Alfaro.

La imagen de este ex presidente  también es difundida en spots publicitarios del bicentenario, al igual que otros personajes que nada tuvieron que ver en la independencia del Ecuador. Mientras, la docente Tatiana Hidrovo advierte que hay otros grupos sociales que actuaron en ese proceso, pero que permanecen ocultos. En este sentido,  ella refiere una investigación que realizó en su natal Manabí, donde descubrió que por la Constitución de Cádiz (1812), que generó las primeras elecciones de autoridades, en Portoviejo y Jipijapa, se producen  movimientos revolucionarios a favor de esa Constitución cuando después quisieron abolirla. “Eso es algo que estaba oculto. Por eso creo hace falta  crear un debate nacional para saber qué  pasó con las mujeres en esa época, con la gente del Oriente,  de la Costa, porque no solo estuvieron quiteños”, dice.

Pero crear ese debate es precisamente una de las falencias de la celebración del bicentenario, como lo manifiesta Douglas Vaca, vicepresidente de la Casa de la Cultura de Manabí. “No nos sentimos identificados con esta celebración, que está concentrada en Quito, como siempre”,  reclama.

Asimismo, en Esmeraldas, Cuenca y Guayas, según historiadores y actores de la  actividad cultural, los festejos se han centrado más en presentaciones teatrales, conciertos y campañas publicitarias, antes que en encuentros académicos para repensar la historia.

Uno de los pocos encuentros que resaltan en este sentido es el que hizo la Universidad Andina, hace una semana en Quito. “El Comité respaldó este evento, en el que participaron historiadores nacionales y extranjeros, además de maestros de historia”, destaca Juan Paz y Miño.  Sin embargo, él reconoce que en el cronograma de esa entidad falta trabajar en el impulso de   la investigación de las historias locales, el involucramiento de sectores tradicionalmente marginados, como la Amazonía, para reforzar  la identidad nacional.

Duración
El Comité del Bicentenario se mantendrá hasta el 2012, cuando las celebraciones de la independencia concluyan.

Integrantes
Miembros del Gobierno (incluyendo al Presidente), académicos, historiadores y representantes del Municipio de Quito conforman el grupo bicentenario de Ecuador.

Cifras

2’255.000
Dólares es el presupuesto del Comité del Bicentenario, para los festejos del 2009.

1’219.240
Dólares  es lo  invertido hasta ahora del presupuesto del 2009, en gastos corrientes, publicaciones históricas y proyectos ciudadanos, aunque el 41%  se ha ido en campaña publicitaria, según el Sigob.