El complejo natural de Djavolja Varos (Ciudad del Diablo) es una auténtica maravilla que con su misteriosa belleza conquista cada vez más a los visitantes y su imaginación.

Está situado en el monte Radan, a unos 320 kilómetros al sur de Belgrado y a una altura de 700 metros sobre el nivel del mar.

Publicidad

Consiste en dos fenómenos naturales poco comunes en el mundo, y una mina de hierro del siglo XIII.

Uno de esos fenómenos naturales es un grupo de 202 figuras de tierra, formadas durante siglos por efecto de la erosión, y con forma de estilizadas pirámides, torres o aparentes cuerpos humanos.

Publicidad

Las extrañas formaciones, que parecen desafiar a las leyes de la gravedad, están agrupadas en los cañones del Diablo, a la izquierda, y del Infierno, a la derecha, que deben su siniestro nombre, al igual que Djavolja Varos, al ambiente poco acogedor y de misterio que los rodea y al miedo que infunde el aspecto de este paisaje.

De marga en su fondo, arcilla en el medio y tierra arenosa en la parte superior, estas estructuras tienen una altura de entre tres y quince metros, unos tres metros de ancho en su base y 20 a 30 centímetros en su pico.
Están coronadas con "gorras" de andesita, que suelen pesar cientos de kilos. Las investigaciones científicas mostraron que la presencia de la andesita se debe a un volcán que existía allí en una época muy remota.

Las figuras se forman, crecen, cambian, reducen, desaparecen y nuevamente crean.

El curioso fenómeno geomorfológico, único en Serbia y muy poco común en el resto del mundo, y en ningún lugar de tanto tamaño y número, ha despertado siempre la imaginación de la población, que ha tejido numerosas leyendas sobre el origen de las figuras.

La más conocida es una historia incestuosa y cuenta que las formaciones son figuras petrificadas de los invitados que se aprestaban a participar en la boda de dos hermanos, que iban a contraer matrimonio por orden del diablo.
Vivía una vez en esta zona gente buena y tranquila. Fue algo que le molestaba mucho al diablo. Un día, el diablo les dio un agua que tenían que beber. El agua les enturbió la mente, no sabían qué hacían, y hasta se les ocurrió casar a un joven con su hermana, contó a Efe Milovan Vukovic, de la empresa "Planinka", encargada de la gestión de ese monumento de la naturaleza.

Los invitados se encaminaban hacia la cercana iglesia local de Santa Petka, pero los detuvo un hada, protectora del monte Radan.

"Ella pidió a Dios que mande lluvia, y Dios lo cumplió. Acto seguido, empezó a soplar un viento fuerte que petrificó a los invitados", dijo Vukovic al continuar con la leyenda.

La primera de la serie de las figuras, que también es la más corpulenta y la más cercana a la iglesia, fue el portador de la bandera, el invitado más importante de boda. Detrás de él otras tres figuras, correspondientes a los novios y el testigo, y al lado su pequeño hermano.

Las leyendas
Otra historia dice que las figuras son diablos que la población local tenía que llevar largo tiempo sobre su espalda y sufrir por las desgracias que les ocasionaban, de los que se deshicieron al anochecer en ese lugar, donde quedaron petrificados.

Otra rareza natural del complejo son dos manantiales de los que fluyen sendos riachuelos de color rojo o amarillo intenso, debido a la acumulación de minerales: "Djavolja voda" (Agua del diablo), manantial de agua muy fría y de extrema acidez, y "Crveno vrelo" (Fuente roja), situadas junto a la senda principal que lleva hacia las raras figuras.

La gente suele tirar monedas a los manantiales creyendo que les traerá suerte y buena salud.

Otros beben el agua y la llevan a casa en botellas por creer que es remedio contra todas las enfermedades, aunque todavía no ha habido investigaciones suficientes sobre sus efectos para la salud.

Los dos diminutos riachuelos desembocan en Zuti potok (Arroyo Amarillo), cuyo color se debe a la presencia de hierro.

Djavolja Varos, que abarca unas 67 hectáreas, fue puesta en 1959 bajo protección del Estado, y en 1995 fue declarada monumento natural de primera categoría por la gran importancia que supone.

En esa misma zona, en el siglo XIII los mineros de origen sajón explotaban la mina de hierro por encargo del Estado medieval serbio.

Vukovic explicó que transportaban el mineral hasta la cercana localidad de Rudare (Mineros), que todavía guarda su viejo nombre.

A poca distancia de Djavolja Varos, la naturaleza se vuelve mansa, pintoresca y tranquila, que con nada sugiere el cercano prodigio de belleza cargada de misterio.

Desde 2007 Djavolja Varos era candidata serbia a convertirse en una de las siete maravillas naturales del mundo y fue tenida en cuenta junto a otros 77 competidores, como la primera del grupo de Cuevas, formaciones rocosas y valles, pero no logró pasar este julio a la siguiente fase de competición.