Aunque por las fiestas julianas en Guayaquil se ha asentado casi una decena de circos, en este año las carpas con actores y gente de pantalla disminuyó en relación con el 2008.

Incluso  tres de los cosos anunciados finalmente no se concretaron  o desistieron por aparentes discrepancias con los empresarios: La Pareja Feliz (interpretada por David Reinoso y Flor María Palomeque), Nuestra vida es un circo (Carolina Jaume y Xavier Pimentel) y Francisco Pinoargotti. 

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Los que sí tienen sus espectáculos son La Vecina y el elenco de La Panadería. En el primero,  los actos circenses pierden fuerza ante la aparición del personaje que encarna el actor Tomás Delgado y que hasta el año pasado hizo dupla con Perlita Perol (Richard Barker).

No hay maestros de ceremonias. Solo una voz en off que da la bienvenida a los artistas y que incita al público a aplaudir. Antes de La Vecina se presenta el payaso Copito con sus Copidancers. Luego aparece ella,  vestida de rosado y con una peluca haciéndole juego, para iniciar un monólogo en el que ridiculiza a los hombres y a cuanto espectador visualice en una “acción interesante”. 

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El sobrepeso, la calvicie, las muestras de afecto entre parejas, el vestuario y hasta la estatura. Todo le resulta válido para provocar hilaridad.

“Pero ha bajado el tono”, dice Romel Cedeño, un trabajador que acudió al circo con su esposa e hija y que no paró de reír con las ocurrencias del personaje. “Es que ella era más sangana”, reiteró y festejó que La Vecina dijera cosas como: “Mi marido es un borracho... En el barrio le dicen Genio porque alguien destapa una botella de cerveza y enseguida aparece”.

En una tarima algo deslucida y plagada de objetos  aparentemente inútiles y que después resultan ser los componentes de una supuesta máquina de clonación, La Vecina ofrece casi una hora de chistes coloquiales. La otra hora y media la ocupan Copito y un grupo de equilibristas y acróbatas.

“Claro que me divertí”, manifiesta Mónica Pesántez,  mientras su amiga, Nora López, pide a gritos que el personaje no abandone el escenario y continúe con la función. “Es divertida. Ahora su presentación es más familiar”, acota.

Igualmente aclamados resultan en La Panadería los actores de esta producción, que Ecuavisa presentó primero como una telenovela (El Secreto de Toño Palomino) y que luego se convirtió en un programa de sketchs. Es el plato fuerte, precedido por una coreografía de las acróbatas y equilibristas que brindarían luego sus rutinas de forma individual.

Un payaso y su pito deleitan sin palabras a la audiencia, absorta después por la destreza de otro par de gimnastas y un péndulo de hierro que, ubicado en el centro del escenario, provoca vértigo cuando dos “jóvenes suicidas” –como lo indica el maestro de ceremonia– empiezan a accionarlo.

Ellos son Cristian y Ronald, quienes se ubican en el interior de los dos grandes círculos del aparato y desprovistos de redes que los sostengan empiezan a caminar, correr y hasta saltar fuera de la colosal armadura, de unos 8½ metros.

Pasado el susto, “porque parece que se vienen abajo”, como comenta  la espectadora Patricia Barrezueta, la función entra a un receso de casi 20 minutos. Aparece entonces Efrén Ruales como el Hijo de Pueta, con Mercedes Payne como una damisela, y Geovany Dávila, en la piel de su conocida Jelsita.

El presentador anuncia a Martín Calle y la canción de la telenovela Toño Palomino se deja escuchar. Él aparece con el gorro y delantal que viste en ‘La Panadería’ y la gente se emociona. El actor aprovecha entonces para contar un par de chascarrillos y alentar a la gente a decir vivas para Guayaquil.

Llegan los locos del manicomio (Ruales, Payne, Jelsita y Claudia Campuzano) y posteriormente Maritza Mora (Paola Farías), que con regla en mano empieza a evaluar a la audiencia preguntándole elementales operaciones matemáticas, cuya respuesta correcta descalifica.

La agrupación de tecnocumbiera La Mariposa (integrada por Farías, Payne y Campuzano) sube a la tarima en busca de una cuarta integrante (vacante para la cual se postula Jelsita). Felipito (parodia del personaje que popularizó Oswaldo Segura en los 80) se les une y tras algunas bromas entre ellos y  el público la presentación concluye con más vivas para la ciudad por sus fiestas julianas.

¿Y por qué viene al circo?, ¿le gustó la función?, ¿qué tal la actuación de los actores de La Panadería? Ante las preguntas, Mario González, Luis (N) y María Loaiza sonríen y responden en ese orden: “Más que por mí, por mis hijos”. “Mucho, el tiempo pasó volando para mí”. “Los veo en la televisión y, si el año pasado fui al circo de Toño Palomino, no podía perdérmelos ahora”.

Ubicación

PATITO FEO. Inicialmente uno de los circos ubicados en la cdla. Alborada (av. Benjamín Carrión, diagonal a La Rotonda) se llamó Francisco Pinoargotti, ahora presenta un show inspirado en la telenovela Patito feo. Entradas $ 15, 10 y 5.

LA PANADERÍA. Tiene dos carpas: En la cdla. La Garzota (av. Isidro Ayora, junto al antes supermercado Santa Isabel) y en la cdla. Las Orquídeas (av. Francisco de Orellana, cerca al redondel). Entradas: $ 15, 10 y 5. Niños dos por un boleto.

LAVECINA. Está en las avs. de las Américas y Antonio Parra Velasco (diagonal a la terminal terrestre). Entradas $ 15, 10 y 5. Niños pagan la mitad de estos valores.