Seguramente una de las más famosas recetas de la gastronomía francesa. Pero, como cualquier receta tradicional, tiene sus reglas y es necesario respetarlas para asegurar el sabor de los platos tradicionales.
Se cree que esta preparación tuvo su origen en la época de los reyes Luis XIV o XV. Al inicio era una sopa de pueblo, ya que en aquella época el cultivo de cebolla era sencillo y de muy bajo costo.
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Lo que la hace única es su composición de caldo de res (consomé) y su lenta cocción con la cebolla previamente caramelizada, sumado a sus cuatro horas de hervor a fuego lento.
Lamentablemente, en algunos lugares nos sirven sopas de cebolla con agua, lo que obviamente da un resultado mediocre y sin mayor sabor.
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Se debe tener en cuenta, a la hora de servirla, que una vez hecho el caldo de res y cuando se cocinaron las cebollas, hay que verterla en tazones individuales que resistan el calor.
Poner unos crestones de pan baguette y por encima queso rallado tipo gruyer, para luego poner a gratinar en el horno.
La sopa de cebolla es muy apreciada en Francia por ser un plato completo que generalmente se acompaña de una ensalada de lechugas sencilla.
Usualmente es muy apreciado después de una noche larga. Es sinónimo de fin de fiesta. En muchos lugares de Francia esta sopa se suele comer de madrugada para empezar o finalizar el día de manera consistente.
Bon appétit!