Pedro Artieda tiene sus pasiones. Lo primero que hace al llegar a su departamento es prender su equipo para escuchar tangos, su música favorita. Luego, saca unas copas de su colección –tiene 70 unidades adquiridas en diversos países–, las llena de agua y comparte con sus visitantes. En ese ambiente, habla de su otra pasión: escribir. En estos días se refiere a La última pared roja, novela editada por Eskeletra y que se está leyendo en algunos colegios de Quito. Es el tercer trabajo de Artieda, luego de su ensayo sobre la homosexualidad masculina en la literatura ecuatoriana y de su novela Nadie lo sabe con certeza.