La función social de algunos programas parece estar clara hasta que... hasta que públicamente se nos mueve el piso exigiendo el cumplimiento de lo propuesto, y ¿cómo reaccionamos entonces? Hay dos opciones: ser cabal o recular. La primera asume posturas definidas, la segunda denota la caída de la máscara.
César Ricaurte, crítico de televisión, ha decidido ser juez y parte de esta situación en ‘Televidencia’. Se coloca en la palestra como el defensor del televidente en una propuesta muy válida y necesaria, pero lo hace desde la propia pantalla y se pone del otro lado de las cámaras.
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El objetivo de esta nueva propuesta televisiva es simple: ser el defensor del televidente, crear un espacio para que la retroalimentación que tanto necesita la televisión nacional se encuentre con la voz del televidente. Ya empezaron a saltar los dardos desde el propio canal.
Si ‘En Contacto’ se pone el disfraz de ayuda a la comunidad y de interesarse por los problemas de este, ¿por qué cuando Ricaurte alude a que en dicho programa existe una constante búsqueda del dominio del sentimentalismo, los conductores del programa saltan?
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Es verdad que los problemas sociales no pueden exponerse sin aludir a las emociones, ¿por qué entonces ‘En Contacto’ se pone la camiseta y pretende despojarse de las características de esa camiseta? Los trapos sucios se lavan en casa y es por casa por donde se debe empezar, ¿o no?.