La tala masiva de árboles está destruyendo el hábitat de los últimos habitantes de la selva de Camerún, a quienes por primera vez se les proporciona tarjetas de identidad, imprescindibles para acceder a los derechos ciudadanos y acabar con siglos de exclusión social.
"En cierto modo, la selva deja de pertenecerles y les entristece ver que su hábitat está en peligro", aseguró a Efe la responsable de financiación de la ONG Plan, Esther Ekoue, quien considera que la globalización les molesta "porque destruye su modo de vida".
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Negocio de madera
Con 475.000 km2 de superficie y una población de 16,4 millones de habitantes, la industria forestal es uno de los pocos negocios rentables en un país endeudado y marcado por el tráfico de armas y la corrupción.
Varias organizaciones han denunciado además que, si se mantiene el actual ritmo de tala, en quince años Camerún se quedará sin madera, que actualmente es destinada a Europa y China.
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El proyecto de esta ONG, "Derechos y Dignidad de los Baka", acaba de iniciar su segunda fase, con el objetivo de promover la integración de este grupo marginado en la sociedad camerunesa.
Hasta ahora, los bakas, de pequeña estatura y descendientes de una de las etnias más antiguas de frica, carecían de asistencia sanitaria y educativa.
Ya cuentan con identidad
Despojados de tierra y privados de identidad y derechos, la primera fase del proyecto cursó 300 partidas de nacimiento y 700 documentos de identidad, pues "al nacer en el bosque, no existen a efectos legales, no pueden votar y su punto de vista no es tomado en consideración", señaló Ekoue.
Una radio, financiada por este proyecto, ha sensibilizado a esta tribu matriarcal y nómada sobre la necesidad de que sus hijos asistan a clase, "más allá del adiestramiento en la caza y la recogida de fruta".