La concepción de la estructura de los deportes modernos arranca, sin lugar a dudas, en la antigua Grecia con sus Juegos Olímpicos, y de allí para acá, cada deporte y los que se han ido creando, llevan implícitos dos conceptos que no se los pueden sacar encima: el competitivo (lúdico) y  el de luchar al máximo clímax (agonal) para llegar al triunfo.

Pero de Grecia para acá hay otra actividad paralela al deporte olímpico: la competencia del conocimiento a través de las artes, donde participaban los grandes pensadores helénicos. Este último está en el limbo por entrar los juegos modernos y mientras tanto se mantienen como concursos del arte pictórico o escultórico, o los concursos de novela, cuento y poesía entre los más comunes.

Publicidad

Recuerdo, con gran simpatía y admiración, en mi época de estudiante secundario los concursos de conocimiento de aquellos años, denominados sabatinas. Alguna vez intervine en uno debatiendo sobre las teorías del espiritualismo y el materialismo que se enfrentaron en gran competencia de equipos y el alumnado vicentino haciendo barras por los unos o por los otros. Fue magistral.

Todo lo que estoy narrando viene a colación por el motivo que asistí a un enfrentamiento de conocimientos entre dos colegios que disputaron el concurso de Genios de este Diario, el pasado 4 de diciembre en el auditorio de la Fedenador. Se enfrentaron los estudiantes del San José La Salle y la Academia Naval Almirante Illingworth, ambos de Guayaquil, que llegaron a las finales.

Publicidad

Puntualmente me llegaba la invitación a estos duelos estudiantiles, pero dada la hora matutina de esos enfrentamientos se me hacía difícil llegar a espectarlos, pero esta vez hice el esfuerzo y realmente fueron una competencia y un espectáculo impresionantes.

Las dos escuadras de estudiantes enfrentados trataron géneros de conocimiento que simplemente los adultos que estábamos allí, no hubiésemos podido contestar y que los estudiantes de los dos colegios lo hacían con la velocidad del rayo. Yo me quedé picado con algunas preguntas y respuestas y estupefacto.

En cada descanso o renovación del tipo de preguntas, las barras estaban autorizadas a levantar el espíritu competitivo de sus colegas y lo hacían con el mejor estilo deportivo. Allí estaban, por decirlo de alguna manera, la Sur Oscura y la Boca del Pozo.

En definitiva, una tremenda competencia del estudio, la memoria y el conocimiento que, a mi juicio, debería ser presenciada por muchos más espectadores que los que cabrían en un teatro como el de Fedenador, que es muy grande como teatro, pero muy pequeño para este tipo de lucidez y espectáculo, y que además es un estímulo para los estudiantes asistentes.

Los Genios de Diario EL UNIVERSO contó con la participación de 121 colegios de diversas ciudades del país, que representan aproximadamente 350.000 estudiantes .

Las preguntas elaboradas que concursaron llegaron a 5.880 y el plan de premios alcanzó  los  150.000 dólares, que fueron aportados por importantes empresas locales y nacionales. Por su parte, nuestro Diario obsequió más de 6.000 libros y se calcula que, entre la etapa de clasificación que se efectuó en la Universidad Católica y la eliminatoria final en el teatro ya mencionado, se llegaron a 55.000 espectadores.

Insisto en mi comentario ya expresado, este concurso Entre Genios merece un escenario más grande y que algún día las verdaderas olimpiadas deportivas se complementen con los juegos del cerebro, de donde nacen el deportista y el arte.

Felicitaciones a Marcelo Marchán, coordinador general del concurso.