Son hábiles artistas que con su trabajo han impuesto un estilo personal en creaciones apreciadas por conocedores y público común. Luis Cepeda, ambateño, podría poner sus velas en cualquier museo de arte. Manuel Pillajo, guayaquileño, talla en madera los objetos que pueda imaginar. Sus talleres son una sala de exposición permanente, en la que su trabajo hecho a mano es la mejor garantía. Luis CepedaArtista de las velasEncendió su vida con una luz especialmente brillante cuando, tras haberse jubilado de su actividad como ingeniero químico, hace cuatro años, comenzó a dedicarse por entero a la pasión que lo había llamado toda su vida: el arte. Pero no cualquier expresión de arte. Este experto en control de calidad de productos de la industria alimenticia, como gelatinas, postres y flanes, tenía por pasatiempo la pintura en lienzo. Por eso decidió exacerbar su creatividad para expresar sus obras en óleo sobre una superficie distinta: la cera de las velas hechas con parafina (cera de petróleo) y cera de abejas, un material al que estaba involucrado también como hobbie. Al principio su trabajo se basó en semanas y meses de experimentación para descubrir la combinación perfecta de compuestos y lograr el tipo de cera más adecuado para sus creaciones. Por ejemplo, la estearina sirve para endurecerla, así logra incursionar incluso en el tallado, y las ceras polietilénicas ablandan la masa para moldearla y hacer los modelos que su inspiración, dedicación y talento necesitan. “Diseño mis propias formas y moldes de velas. Desarrollé la elaboración de moldes de caucho para realizar aplicaciones en relieve y detalles en formas humanas, de bodegones, caballos, montañas y portones de puertas, entre otras”, afirma este artista que trabaja mínimo ocho horas diarias en el taller de su casa. Pero su mayor interés cuando utiliza sus pinceles bañados de óleo es obtener pinturas con inspiración renacentista, como obras de Leonardo Da Vinci y El Greco, y con la luminosidad del impresionismo de los trabajos de Renoir, Monet, Van Gogh y Pissarro. “Mi estilo es más cercano a la escuela impresionista”, indica. Además utiliza el compuesto llamado pátina para lograr efectos metalizados o de envejecimiento. Sus obras pueden demandarle desde unas pocas horas hasta un mes de minucioso trabajo. Sin embargo, las vende por tarifas que van desde los $ 10 hasta los $ 50. “Son baratas, pero me gusta que las personas aprecien el trabajo que involucra”, indica este artista que exhibe sus velas en el taller de su casa en el centro de Ambato, en la esquina de Caspicara y Quisquís, barrio San Antonio. De allí han salido sus velas para adornar los hogares de personas de todo el país que han ido a buscarlo, o que se lo han encontrado en ferias de Ambato, Quito y Guayaquil. “También han salido al extranjero a través de los turistas que me han comprado”, señala este pintor de velas que ahora está pensando en exportar su trabajo, para lo cual recibe el apoyo del Ministerio de Industrias y Competitividad. “Quiero hacerme conocer con estas obras que, aunque son velas, no son para encender con el fuego”. Sino con la admiración. (M.P.)Informes: (03) 284-2523, (08) 520-4181.