Debe haber sido hace catorce años. Recuerdo a un Gustavo Navarro saliendo del set de ‘Guayaquil caliente’, nervioso, inquieto, cuestionándose cómo hacer mejor su trabajo. Aquel día se ganó mi respeto. En ese tiempo el programa fue una ventana para bandas locales, aparecieron personajes como Calcetín y Perlita Perol, sketches como Farsantes en Pañales (de ahí salió Francisco Pinoargotti), entre otros.