Lo que primero impresiona a quienes visitan el restaurante El Gato Portovejense en Guayaquil es la diversidad de grafitos que cubren las paredes. Del piso al techo, como un gran lienzo en el que los clientes dejan frases jocosas o deseos de prosperidad para El Gato. “Qué rico viagra. Eres lo máximo, Gato”, “Le esperamos en Quito muy pronto”, “Lo mejor del mundo” son algunas leyendas que se leen en las paredes y que llenan de satisfacción a su propietario.La idea surgió de una casualidad, el día que abrió su restaurante en Manta. “Fue el 15 de junio de 1999.   Mi amigo Pablo Pabeto, de Bahía,  llegó a comer y me encontró atendiendo. Freddy, ¿cuándo empezaste?, me dijo. Le respondí hoy día. ¿Y cuántos clientes han llegado? Usted es el primero, le dije. Entonces préstame un marcador para dejarte registrado: Tu primer cliente”.Aún conserva el grafito que inició una tradición de su local. Quien desea escribir solo necesita pedir un marcador para plasmar un recuerdo de su paso por El Gato.Pero el lienzo no es infinito, así que cada año se vuelven a pintar las paredes de blanco para acoger nuevos mensajes. Los mejores, cuenta él, se fotografían y se mandan a enmarcar para exhibirlos en los locales junto con los cuadros de fotos en las que él aparece con personajes conocidos de pantalla.