¿Sus personalidades hacen cortocircuito? ¿Ha perdido el control en alguna discusión, pero sigue atado a esa relación? Si la situación le es familiar, puede que esté rebasando los límites de un amor sano.Catalina es de esas mujeres que aseguran amar demasiado. En exceso. Sin condiciones ni medidas. Puede llegar a locuras inesperadas por la persona que quiere y no exige mucho a cambio: solo reciprocidad y cariño de su pareja.Dice que es inevitable entregarse cuando está enamorada y que por su forma de ser lo seguiría haciendo, aunque su última relación la haya  dejado lastimada y con una agenda de visitas al  psicólogo.Su carácter y el de su enamorado empezaron a chocar al punto que desencadenaron crisis que la volvieron agresiva  con él. “Primero era él quien tuvo reacciones agresivas, pero luego él sabía la manera de ponerme de mal humor, hincaba los puntos que me irritaban y me sacaba de casillas hasta ponerme histérica”. De hecho, sus reacciones violentas podían ir desde aruñarlo y tomarlo por el cuello de la camisa hasta lanzar cosas al piso, gritar e insultarlo. Él también reaccionaba al tratar de detenerla y no se limitaba en uno que otro insulto. Al final, ella estallaba en llanto y con sentimiento de culpa porque –reconoce– no quería ser agresiva.Sin embargo, como si la escena fuera parte de la cotidianidad de la relación, un par de horas más tarde la pelea quedaba en el pasado: estaban sonrientes, iban al cine tomados de la mano y seguían con los planes de un futuro juntos.Como esta hay relaciones que parecen sacadas de novela y que mientras más complicadas, enredadas, sufridas y tormentosas  son, terminan por enganchar fuertemente a la pareja. ¿Exceso de amor o problemas de  personalidad? Las respuestas son variadas, pero la psicóloga y psiquiatra Rocío Álvarez lo resume en una expresión: “Nada que te cause sufrimiento es normal”. Cuando la relación pasa a ser solo dolor y empieza a descontrolar la vida de la persona dejó de ser sana y evidencia un problema emocional en sus integrantes, indica ella.En muchos casos, estas relaciones son protagonizadas por personas bipolares, que  con la emoción manejan a la otra persona. “Toman el rol de víctima para que el otro se sienta culpable, porque la culpa es el mayor pegamento en las relaciones, más que la costumbre”.Al principio parecerían ser el dúo perfecto, pero luego su misma personalidad hace cortocircuito.  “La relación tormentosa solo se llena de gritos para descargar y justificar su sufrimiento con esa reacción, pero el problema es que la persona está enferma”.El problema copa cada vez con más frecuencia los consultorios de psicólogos y terapeutas de pareja.El psicólogo y terapeuta  Eduardo Tigua Castro indica que suelen presentarse en parejas solteras y en casadas a los tres o cuatro años de unión. “Es como que se va cansando de la relación o se cometen fallas que hacen que el uno pierda la confianza en el otro y que aunque se amen mucho también se maltraten”, indica él. Hay casos más extraños en los que la pareja lleva hasta 20 años de casados y conviven maltratándose.Los comportamientos, coinciden él y Álvarez, dependen de la estructura mental del uno y otro integrante de la relación. Ello marca la diferencia entre las parejas que sufren, por ejemplo, por celos enfermizos o por maltrato.   “Mientras más salud mental tiene la persona, mayor nivel de autocrítica posee y puede aceptar las diferencias”, señala Tigua.Arturo, de 27 años, vio afectada su salud mental cuando se enteró de la infidelidad de su esposa. Primero se resistió a separarse y decidió seguir conviviendo con ella aun sabiendo que lo engañaba; pero luego descargó su ira con su entorno y se volvió desconfiado y de carácter agresivo.Buscó ayuda psicológica, dejó a su esposa y se divorció, pero años después sus problemas volvieron con su nueva pareja. Su relación se volvió tormentosa por sus escenas de celos y por su constante inseguridad hacia su novia. Ella se cansó y terminó por dejarlo.Entró en depresión y ahora  trabaja con una especialista en recuperar su autoestima.Es uno de los pasos principales, dice el psicólogo clínico Eduardo Santillán, para enfrentar este tipo de relaciones, aunque también es necesario dar terapia para fortalecer la personalidad e identificar qué es lo que desea hacer de ahí en adelante como persona y pareja.Él asegura que, como una casa, una relación debe diseñarse y basarse en cuatro tipos de amor: el de amigo, el de familia; el de  principios, respeto mutuo y valores; y el erótico y romántico. “Son como las cuatro patas de una mesa y se necesitan de esos cuatro para que se mantenga sólida”, dice.Los especialistas coinciden en que es necesario buscar ayuda cuando la relación se ha vuelto tormentosa y tener claro que una pareja es un proyecto de vida que marcha con dos integrantes. “Tienen que estar conscientes de que ello también implica navegar en entornos tempestuosos y que para eso hay que renunciar a aspectos personalistas por el bienestar de la pareja”, dice Santillán.