La muerte del compositor quiteño Claudio Aizaga deja ver la representación nacional de escritores de música contemporánea.

“En la familia aprendimos que cuando uno da un sentimiento, cuando uno entrega una idea, una emoción, no solamente que no se pierde, sino que esa idea cada vez es más grande, es más fuerte”. Con estas palabras Patricio Aizaga, director de la Orquesta Filarmónica del Ecuador, recuerda las enseñanzas que le inculcó su padre, Claudio (Quito, 1925), quien falleció el lunes pasado.

Claudio Aizaga Yerovi fue un compositor, productor e investigador musical que se especializó en piano en los conservatorios Nacional de Música y de París. El Ministerio de Relaciones Exteriores, en una breve reseña de su trayectoria, cita algunas de sus obras: grandes ballets como Daquilema, Niño agua, Navidad montubia, Acuarela cero y Abalorios, misa popular (basada en ritmos tradicionales ecuatorianos como el yumbo, el sanjuanito, el pasillo), música vocal, de cámara y sinfónica. Estuvo en la dirección de más de 35 coros.

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Publicó las biografías de los compositores académicos ecuatorianos Carlos Amable Ortiz, Francisco Salgado Ayala, Segundo Luis Moreno, Belisario Peña Ponce, Sixto María Durán y Ángel Honorio Jiménez. Para los próximos meses se aspira al lanzamiento de tres nuevas obras sobre Gerardo Guevara, Carlos Bonilla, Mesías Maiguashca y una autobiografía a cargo del Fondo de Salvamento (Fonsal).

Patricio Aizaga sostiene que la obra de su progenitor debería estar en los programas de estudio de piano del Conservatorio Nacional de Música.

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Afirma que su padre pertenece a una época de personas altamente intelectuales, como Benjamín Carrión y Oswaldo Guayasamín; además se identificó con la plástica, que lo llevó a crear el género de las acuarelas musicales, que lo define como “una forma de pintar con sonidos, colores de la música”.

La ex presidenta Rosalía Arteaga conoció a Aizaga desde 1992, cuando ocupó la Subsecretaría de Cultura. “Yo relevo en él su gran calidad humana, su entusiasmo, lo recuerdo siempre activo”, menciona.

Aizaga cree que todavía existe poco conocimiento de la labor de su progenitor, por lo que enviará las obras creadas a directorios de los conservatorios ecuatorianos.

“La obra de mi padre es de una composición magnífica, que resalta los valores de los ecuatorianos, que tiene una vena nacionalista extraordinaria”.

El pianista Eduardo Florencia, quien participó en algunas de las interpretaciones, coincide en que la obra es formidable y que tampoco ha sido colocada en el sitial que se merece.

Para Arteaga, la gestión de promoción debe provenir del Ministerio de Cultura y de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. “Obras que siendo profundamente andinas, profundamente ecuatorianas, tienen también una presencia universal y pueden ser tocadas por las mejores orquestas del planeta”.

PREMIO DE CONSERVATORIO
El quiteño fallecido Claudio Aizaga logró algunos reconocimientos. Entre ellos está el primer premio en el concurso organizado por el Conservatorio Nacional, con ocasión del cincuentenario de su fundación.

OTROS GALARDONES
Premio Mundial de Composición, con su Concierto para flauta, en el II Festival Internacional de Música de Moscú en 1984. La Casa de la Cultura Ecuatoriana le entregó una medalla al mérito cultural.