Inversionistas extranjeros esperan que se oficialicen los mecanismos para dar su cooperación.

En el directorio de Petroecuador, el presidente Rafael Correa y el ministro de Energía, Galo Chiriboga, reclamaron, el martes de la semana pasada, la falta de apoyo a la iniciativa Yasuní-ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), dedicada a captar fondos internacionales para no explotar el petróleo en Yasuní, propuesta que hizo  Alberto Acosta cuando era ministro de Energía en junio del 2007 y que Correa avaló para demostrar su interés por el ambiente.

En la cita en Quito,  el Presidente y  el Ministro mostraron dudas de poder reunir los recursos  y advirtieron que, si hasta el 5 de octubre no se concretaban las ofertas, se convocará a licitación el campo, aunque el Mandatario dijo ayer que analiza posponer hasta diciembre. 

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La postura de Correa y Chiriboga en la reunión de la semana anterior, dicen los que manejan la iniciativa, no corresponde a la realidad. “Se ha expresado mal el ministro (Chiriboga)”, asegura Francisco Carrión, representante del mandatario en la Secretaría Técnica de la Iniciativa Yasuní-ITT y quien tiene la función de promocionar la propuesta de Ecuador al mundo. Mientras que la  titular de esa Secretaría hasta la semana pasada, Juana Ramos, afirma que “el Presidente (Correa) está siendo mal informado de la realidad”. Carrión y Ramos coinciden en que la iniciativa ha tenido una excelente acogida.

Para demostrarlo, Carrión menciona la propuesta del parlamento alemán (que recién fue referida por Correa ayer en su cadena semanal) y Ramos muestra una comunicación de respaldo, con fecha 2 de julio, del grupo Élite, una coalición de empresas europeas que reúne a bancos alemanes y holandeses y otros grupos con intereses ambientales, financieros, sociales y de transportes.

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Desde el 5 de junio del 2007, Ecuador promueve la propuesta de mantener bajo tierra el petróleo del  ITT a cambio de que organismos extranjeros cooperen con al menos $ 350 millones anuales por un lapso de 20 años, cifra que representa la mitad de lo que ganaría el país si decide explotar el área, que tiene reservas probadas de 920 millones de barriles de crudo.

Sin embargo, por siete meses hasta enero de este año, lo único que se ha hecho a favor de esa iniciativa ha sido promocionarla en las giras del régimen, porque el proyecto ni siquiera se había plasmado en concepto.
Recién el 21 de enero pasado, el Gobierno conformó una Secretaría Técnica de la Iniciativa Yasuní-ITT que se haga responsable, que afine la estrategia y que desarrolle los mecanismos para ejecutarla con los cooperantes internacionales.

El proceso en la Secretaría, tras seis meses de creada, no ha terminado, según Carrión. “Al ser una propuesta única en el mundo, los mecanismos tienen que ser ajustados a los diferentes escenarios”, dice. Estos ajustes, refiere, están relacionados con el tipo de cooperante, ya sea una fundación, un país, una empresa   o una persona particular.
Pero  Juana Ramos, ex titular de la Secretaría, asegura que la estrategia ya está lista y que el mecanismo para conseguir fondos es la emisión de los  bonos Yasuní-ITT, cuya garantía podría ser la deuda pública.

Los bonos tienen la posibilidad de ser canjeados en el mercado de carbono, un sistema de comercio que permite comprar o vender certificados de reducciones de gases invernadero, requisito importante para cumplir con el Protocolo de Kyoto, que obliga a los países más industrializados a contribuir con propuestas para disminuir la contaminación.

No obstante, para que los bonos puedan empezar a negociarse, el propio Presidente de la República  o el Ministro de Finanzas debe fijar las tasas de interés, los montos y los plazos de dichos bonos. Esto es lo que falta, dice Ramos, y Roberto Salazar, encargado de la Secretaría Técnica, lo confirma: “Estamos esperando las decisiones políticas, si el tema va para un lado o para el otro”. Salazar agrega: “Todos estamos esperando que el Presidente tome decisiones estructurales”.

Organizaciones ambientalistas como Fundación Natura y Amazonía por la Vida también esperan las definiciones del Gobierno. Ambas entidades promocionan la iniciativa y, aunque saben que existe el apoyo mundial, creen que hay que reforzar la voluntad política. “El Gobierno no es claro en definir por qué las propuestas que ha habido no son propuestas en firme”, dice Esperanza Martínez, de Amazonía por la Vida.

Este Diario contactó a Manuel Domínguez Moreno, presidente del Grupo Élite de España, quien confirmó su interés en demostrar la viabilidad de la propuesta oficial y adquirir una cantidad importante de bonos de captura de carbono en el corto plazo, de tal forma que puedan ser destinados al mercado. Domínguez aclara que para ello las condiciones  técnicas, comerciales, sociales y financieras deben ser aceptables y con una rentabilidad normal de mercado, y, además, deben utilizarse los fondos en programas sociales.  De ser así, el representante confirma: “Nuestro compromiso de negociación en el primer año podría llegar a los 350 millones de dólares”.

La cantidad que ofrece Domínguez representa el mínimo que exigió el presidente Correa para no explotar el bloque ITT. No obstante, Carrión dice no conocer la oferta de Élite.

La propuesta en firme de Élite se suma a la del Parlamento alemán del 25 de junio y al que se comprometió España, 4 millones de euros para la elaboración del proyecto, en marzo.

A tres meses de que se cumpla el plazo del 5 de octubre, ambientalistas como Xavier Bustamante, director de Fundación Natura, consideran que el plazo debe ampliarse a un año.

Francisco Carrión asegura que probablemente la decisión de Correa sea ampliar el plazo para recaudar los fondos internacionales hasta enero.

Reserva
En 1989, la Unesco declaró al Parque Nacional Yasuní una de las 25 reservas mundiales de la biósfera.  Tiene 500 especies de aves, 173 de mamíferos, 62 de serpientes y más de 100 de anfibios.

Extensión
Tiene 982 mil hectáreas, entre Napo y Pastaza, y es la más extensa del Patrimonio Nacional de Áreas Naturales.

Pueblos ocultos
Ahí habitan pueblos no contactados como las comunidades huaorani, tagaeri o  quichua.