Rafael Correa y Alberto Acosta se conocen desde hace 15 años. La cátedra y la política los unen.

La amistad entre Alberto Acosta y Rafael Correa es una quinceañera que por ahora no está de fiesta. Se conocieron hace 15 años, cuando Correa buscó a Acosta en el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales para denunciar un caso de corrupción. Desde entonces se dieron cuenta de su afinidad ideológica y empezaron a colaborar en charlas académicas, publicaciones sobre economía y encuentros informales.

Al regreso de sus estudios en Bélgica, Correa se involucró en el foro Ecuador Alternativo, un movimiento antidolarización, en el que participaban, entre otros, Alberto Acosta, Francisco Ron, Carlos Vallejo, Javier Ponce y Mauricio Dávalos.

Hay quienes los vieron caminar juntos en la marcha de Los Forajidos que tumbó a Lucio Gutiérrez, el 21 de abril del 2005. Cuando Rafael Correa fue ministro de Economía (en el gobierno de Alfredo Palacio) coincidió con Acosta en las críticas contra las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

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A fines del 2005 comenzaron las inquietudes por un movimiento político y nuevas caras se dieron cita. De esas reuniones, en casa de Acosta, surgió la idea de que Correa fuera el candidato a la Presidencia por el movimiento Alianza PAIS. Luego, mientras Correa recorría las provincias, Acosta participaba en la redacción del programa de Gobierno.

Una vez ganadas las elecciones, según un amigo cercano, Acosta aspiraba al Ministerio de Economía. Pero el presidente Correa lo nombró ministro de Energía, lo cual fue una sorpresa para Acosta. Aunque se acopló al cargo, le disgustó que no se le  consultara, como tampoco ocurrió con la designación de Carlos Pareja como presidente de Petroecuador.

Este fue un punto de quiebre importante entre lo que ambos consideran que es hacer política. “Alberto es una persona de gran idealismo, nunca ha sido pragmático políticamente como lo es el Presidente. Tiene una relación vieja con movimientos sociales e indígenas y organizaciones no gubernamentales, Correa venía más del quehacer académico”, relata un amigo de ambos, quien al igual que otras ocho fuentes consultadas accedió a contar su historia sin ser citado.

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A la cuestión de método se sumaron discrepancias en algunos objetivos de Gobierno que para Acosta no solo que estaban previamente acordados, sino que eran innegociables. El primero fue la no explotación del área petrolera Ishpingo-Tiputini-Tambococha (ITT).

En la presentación del proyecto, en junio del 2007, Correa avaló el proyecto pero lo condicionó al apoyo internacional. Según algunos asistentes, su discurso se extendió más en las bondades de los dólares bajo tierra que en las de la conservación ambiental. Incluso mandó a quitar un telón que decía “No al petróleo, sí a la vida”.

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En el desayuno de un gabinete itinerante, en el Buque Escuela Guayas, Correa se percató de que varios ministros llevaban una camiseta sobre la no explotación del ITT. Les pidió que se las sacaran o que renunciaran.
Acosta, que fue quien repartió las camisetas, se negó a hacerlo. Ambos se reunieron en privado y tuvieron una larga discusión en la que Acosta le dijo: “Ni mi mamá me ha obligado a cambiarme de ropa”.

Su salida del Ministerio de Energía tampoco fue consultada. PAIS tomó esa decisión para que Acosta encabece las candidaturas a asambleístas en lugar de Ricardo Patiño, cuyo nombre se cayó por los  pativideos. Así PAIS logró dos objetivos: un candidato fuerte, que luego sería elegido presidente de la Asamblea, y ponía fin a la pugna entre Petroecuador y Energía.

Ya en la Constituyente, las diferencias se hicieron visibles primero en los temas ambientales y luego en el estilo de gobernar. A Acosta se le comenzaron a cerrar las puertas del diálogo con Correa desde el mandato minero. A partir de allí “se suponía que el rol de coordinación le correspondía a Augusto Barrera”, dice uno de los allegados a Acosta. Y agrega que “las utopías de Alberto se han ido desarmando” y que “ahora está en peligro la cabeza política del propio Alberto”.

Para otros hay dos visiones de la democracia en juego, visiones matizadas por el cálculo político. Correa le apuesta a cumplir con el mandato expresado en las urnas, mientras que Acosta, a los consensos.
Las diferencias le obligaron a Correa a pedir la renuncia de Acosta. Solo en  el tiempo se verá qué tan grave es la fractura.

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Inicio
En la instalación de la Asamblea, el 29 de noviembre del 2007, ante versiones de una división interna de PAIS, Correa se declaró “acostista”.

Desacuerdos
Entre los desacuerdos de Acosta y Correa están temas relacionados con lo ambiental y la participación en el debate constituyente.

Separación
El presidente Rafael Correa admitió este fin de semana que junto a dos miembros del buró político de PAIS le pidieron a  Alberto Acosta que renuncie a la Presidencia de la Asamblea.