| Fotos: Cecilia EstradaEl periódico francés Le Monde le dedicó una página con ese título. Vladdo, el caricaturista y diseñador gráfico colombiano, revela algunas de sus obsesiones. En Bogotá todos parecen conocerlo e identificarlo con un intermitente y furioso espíritu de crítica hacia lo que signifique injusticias, falsos discursos y violencia. Aunque no le guste, Vladimir Flores –Vladdo– ya es casi una “institución” dentro del periodismo de su país, desde sus caricaturas políticas en la revista Semana, pasando por Aleida –su Mafalda de adultos para el nuevo milenio– hasta lo que nadie imaginó que se atrevería: el diario mensual Un Pasquín. Todo con una dosis de humor  virulento y ponzoñoso pocas veces visto en el jurásico panorama de algunos periódicos actuales. Pero apoltronado en la sala de su moderno departamento en Bogotá, Vladdo parece disfrutar de todo el ‘despelote’ –como él mismo califica sus enconadas batallas políticas– donde unos de sus targets obsesivos son el presidente Uribe, los paramilitares, las FARC y el presidente Bush, no necesariamente en ese orden. “Pero yo no soy de agenda”, dice. “Sigo la actualidad en general y me concentro tanto en un premio Nobel de Física como el concierto de los Rolling Stones en Nairobi”.Poco de esas distracciones estaban hace dos años expuestas en una sala especial en el Museo Nacional en Bogotá. Allí la vitrina era de alto voltaje político. Vladdo es sinónimo de barricada. Pero eso no impide la buena vida. “Yo soy muy heterodoxo” dice. “Primero en la información que manejo y después en la música que oigo y en las cosas que me gustan. Igual puedo ir a un bar tecno donde solo hay veinteañeros o a una cantina a oír música de viejos desarraigados, con canciones de Julio Jaramillo. No me hago problemas”. Su círculo de amistades es igualmente pluralista. “La mayoría de mis amigos son mayores que yo y así todos también son muy heterogéneos”. ¿A quién no le gusta pasarla bien? “Todos trabajamos para ser bon vivants, nadie quiere andar a pie, descalzos, comiendo una vez al día. Lo que pasa es que unos lo consiguen y otros no. La frase máxima de la filosofía colombiana es ‘mejor es ser rico que pobre’. Entonces yo no soy rico pero tampoco pobre. Si yo no trabajo, no produzco y si no produzco no me pagan y si no me pagan no como. Eso sí, uno tiene que tratar de vivir descomplicado, tal vez, si uno es rico; esto de rico lo digo en todos los sentidos, si eres sabroso y eres tranquilo y no te gusta complicarte la vida con más cosas de las que la vida te dio”. A los 44 años y un divorcio, la vida actual consiste en estar siempre cerca de su hija Sofía, que esta vez lo acompaña en la entrevista. También está cerca una efigie de Superman, el ícono que lo motivó a comenzar a dibujar en la escuela, junto con otras historietas como Batman y Tarzán. “Pero también desde chiquito me fui interesando por las páginas editoriales en los diarios”, añade. Sus primeros bocetos fueron caricaturas, pero dos años después comenzó a hacer diseños gráficos. Vladdo era convocado para hacer caricaturas y cuando dejaba las oficinas de redacción terminaba también rediseñando un periódico. Pero este contestatario recalcitrante nunca pudo abandonar lo suyo: “Siempre, desde el colegio”, dice. “Teníamos un periódico que se llamaba El Humanista, con unas caricaturas donde mi seudónimo era Pilatos, porque me parecía interesante imitarlo, con eso de lavarse las manos. No tengo la vocación de decir ‘crucifíquenme a mí’, no, y creo que cualquier mortal también. Todo iba bien hasta que se ridiculizó al rector del colegio, pero como yo tenía seudónimo nunca pudieron saber quién era”. El Vladdo actual  no se lava las manos jamás, especialmente cuando se trata de frentear las denuncias más afiladas. “Ser frontal cuando critico es algo que he mantenido, pero obviamente esto se ha ido depurando. Hace 27 años hacía nubes, montañitas y paticos, pero cuando entré con personajes las burlas pegaron más. Esto era un aliciente”. La publicación de Lo mejor de lo peor en el 2002 fue una recopilación en 380 páginas que destila tinta rojísima y donde irónicamente aparecen en la contraportada las opiniones elogiosas de los que pasan al paredón: Álvaro Uribe, Andrés Pastrana, Ernesto Samper y César Gaviria. Vivir en las últimas décadas en una sociedad impregnada por una vorágine de secuestros y violencia ha hecho lo suyo. Vladdo  podrá ser un irreverente por naturaleza, pero hay algo que lo pone en pie de guerra: “No tolero el maltrato entre los seres humanos ni mucho menos la violencia contra las mujeres o las víctimas del secuestro y la barbarie”. Este humorista-periodista tiene una palabra patentada para la realidad alrededor nuestro en América Latina y el mundo: la “farsándula”. “Aquí en Colombia tenemos todos los problemas que tiene cualquier país subdesarrollado”. Su reflexión final es una alerta roja: “Si uno no tiene los pies sobre la tierra, uno se va acostumbrando a la farsándula. Pequeñas crisis estatales se convierten en parálisis, siguen como represión, guerrilla, violencia, narcotráfico, uno termina aceptándolo todo y entonces hay que vivir en medio de asesinatos y terror”.