“Toda la vida pasamos con las grietas, ni los temblores las movieron, pero ahora con las lluvias el piso se revienta por el agua que está debajo”, aseguró el hombre mientras mostraba las fisuras en su vivienda de 13 habitaciones, donde ahora solo viven tres personas.

La casa de la familia Guamán Atancuri, construida en parte con madera y otra con adobe, se desplomó en el sitio donde había dos habitaciones y ahora las diez personas que la habitan dejaron el lugar.

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También la carretera de acceso al centro parroquial colapsó, por lo que una cuadrilla del Municipio limpia el material para devolver el acceso al tráfico vehicular.

Los afectados esperan la ayuda del Gobierno para reparar sus casas, pero no quieren salir de la zona, donde tienen sus cultivos.