El macabro hallazgo por casualidad en el fondo de un sótano cisterna de los cadáveres momificados de dos niños que habían desaparecido hace dos años en la localidad de Gravina de Pullas, impresiona a la opinión pública italiana.

Por la desaparición de los dos niños, de los que se había perdido misteriosamente todo rastro la noche del 5 de junio del 2006, está desde noviembre del 2007 detenido el padre, Filippo Pappalardi, acusado del homicidio de sus hijos.

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Los bomberos trabajaron toda la noche del lunes para sacar los cuerpos, a 25 metros de profundidad, mientras los expertos  inspeccionaron y fotografiaron cada detalle al que accedieron abriendo un orificio especial.

Tras 30 horas del hallazgo, Vincenzo Speranza, el jefe de la policía de Bari, capital de Pullas, confirmó que los dos cuerpos en un edificio abandonado, descubiertos mientras se socorría a un niño que había caído accidentalmente, pertenecen a Salvatore y Francesco Pappalardi, de 11 y 13 años.

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“Son seguramente los dos niños desaparecidos hace dos años”, anunció Speranza, quien reconoció que “murieron de una muerte horrible”.

Investigadores creen que murieron de hambre y frío y aún no aclaran si cayeron por accidente o fueron empujados. La madre de los niños, Rosa Carlucci, deberá identificar oficialmente los cuerpos.

Tore y Ciccio, como solían ser llamados, vivían con el  padre, conocido por su autoritarismo y carácter agresivo, quien obtuvo su custodia 20 días antes tras un proceso de separación.

El día que desaparecieron habían sido castigados, pero la nueva compañera del padre los había dejado salir a la calle a jugar, lo que desató la ira del padre, por lo que las autoridades sospechaban que tras hallarlos y maltratarlos, como solía hacer, los había matado.

Escuchas telefónicas tendían a confirmar que el padre los consideraba muertos. Además no explicaba dónde y qué  había hecho las dos horas sucesivas a la desaparición de los niños.

Pese a la gran movilización, buscando en las montañas, con caballos, en pozos y riachuelos, los menores no se hallaron.

Hasta el papa Benedicto XVI intercedió en julio del 2006 para expresar su preocupación.

“¿Por qué no los buscaron en la cisterna?”, fue lo primero que dijo el padre, quien siempre se ha proclamado inocente.

Las acusaciones contra él siguen en pie, dijo el fiscal, que no excluye una caída accidental.

La televisión dedicó programas y se creyó que terminaron en un tráfico de menores o que habían caído en una red de pederastas, mientras los padres se acusaban entre ellos.