La historia arranca bien en los primeros 20 minutos, pero después todo decae en un filme que resulta más largo de lo que debería ser y donde  penosamente el argumento que más se destaca es el chiste vulgar.

Si bien los Farrely siguen siendo los maestros indiscutidos de los “momentos incómodos en el cine”, creo que hacer varias películas de ese corte ya no les funciona.

Publicidad

La mujer de mis pesadillas es un remake más del mundo hollywoodense,  una nueva versión de la cinta homónima de 1972, escrita por Neil Simon. Además, contiene muchos elementos del clásico The Seven Year Itch, de 1955, que en español se conoció como La tentación vive arriba, dirigida por el genio de la comedia Billy Wilder y protagonizada por Marilyn Monroe. La nueva comedia de los hermanos Farrelly aprovecha el histrionismo de Ben Stiller (Eddie) para contar una disfuncional historia de amor, pero su clásico personaje de perdedor torpe que ya quemó cartuchos en Loco por Mary, Duplex y Mi novia Polly, cansa. Aquí Stiller es algo más cínico, pero solo muestra lo mismo.

El argumento por demás simple, se va llenando de lugares comunes, la insolencia no aparece por ninguna parte, las discriminaciones sí se muestran, el puntillazo humorístico sucede de cuando en vez con un relato vago y una puesta en escena sin mucha creatividad.

Publicidad

Las actrices Michelle Monaghan (Miranda) y Malin Akerman (Lila) muestran desigualdades entre sí: la primera seduce y convence con su actuación; la segunda parece estar volando en la más absoluta inexpresividad, confiada en su apariencia y en su repetida desnudez (escenas de cama).

Se suma a este coctel una banda sonora que al principio despunta bien, al menos en su utilización, pero conforme rueda la cinta se convierte en un picadillo de canciones, algunas de ellas relacionadas al relato o la imagen, pero otras más parecen un corta y pega de temas con sentido comercial.