La mejor manera de recibir el 2008 es en primera instancia agradeciéndole a Dios por mantenernos aún con vida.

Hoy más que nunca se debe crear conciencia ambiental sobre el cambio climático. Pregunto: ¿cuánto dinero se quemará  este fin de año?, ¿cuántos niños quedarán mutilados por el uso indiscriminado de explosivos llámense camaretas, tumbacasas, torpedos?, ¿a cuántas madres se les echará a perder el festejo por encontrarse en un hospital a espera de noticias sobre su hijo(a)?,  ¿acaso no estamos fastidiados de respirar humo tóxico cada fin de año cuando salimos  a la calle a desearles feliz año a nuestros vecinos?, ¿con cuánto CO2 se estará contribuyendo para el efecto invernadero?

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Mi respuesta es que aproximadamente 80 litros de CO2 se le inyecta a nuestra atmósfera por la quema de cada monigote, que tratemos de convencer de manera afectiva a nuestro prójimo para que olvide esta tradición, que no se derroche el dinero en este gasto innecesario, y que las personas que construyen monigotes vean otras fuentes de trabajo. No es así pues, como se le debería agradecer al planeta por acogernos. Esta pésima costumbre se debe de abolir, considerando que el planeta no está para soportar más CO2, que algunas personas sin duda alguna se verán afectadas por esta tradición.

¿No sería mejor empezar el año generando nuevas ideas para lo que se vendrá el próximo año, comprometiéndose a ser mejor cada día y así  administrar el tiempo de manera adecuada teniendo en cuenta que el único que no descansará jamás será el reloj y que nuestras vidas de alguna u otra manera siempre estarán influenciadas por el tiempo.

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Kevin Paguay,
Guayaquil