Cuando alguien está enfermo muchas veces se pasa llorando o soportando los dolores porque no tiene suficiente dinero para curarse. Este es el caso de Aurora Salazar Herrera, de 50 años. Pero su vida de sufrimiento cambió cuando la llevaron al centro Ceragem.Aquí lo único que debía hacer era acostarse por cuarenta minutos en una camilla que se mueve dando termomasajes con piedras de jade, para que con sus principios sus males desaparecieran.“Mi corazón latía muy lento y me cansaba al caminar. Tampoco podía respirar bien por mi asma. Pero con las sesiones de termomasajes respiro mejor, no me sofoco y camino sin cansarme”, asegura Aurora, quien considera que Ceragem es una esperanza para que los pobres se sanen.<strong>Reumatismo doloroso<br /></strong>En noviembre, Yolanda Delgado, de 70 años, caminaba con mucha dificultad por su reumatismo. Incluso no podía subir o bajar escaleras por el dolor intenso y la hinchazón que tenía en las rodillas debido a la artrosis. Pero, asegura, con la camilla termomasajeadora sus males han disminuido y puede movilizarse sin sentir molestias.“Mi doctor me sometió a pruebas reumáticas en sangre para ver cómo estaban mis niveles, pero se sorprendió cuando salieron negativos”, asegura Yolanda.<strong>Con derrame cerebral<br /></strong>“Mi caso es de Ripley”, dice Walter Nieves Vera, de 59, quien hace cinco años sufrió un derrame cerebral que le impedía caminar y hablar. Lo llevaron en octubre a acostarse en la camilla, y en la sexta sesión empezó a hablar y en la 32 recién pudo pararse.“Acudo a las sesiones seis veces a la semana y solo me falta un poquito más para mejorar la movilidad en mi pierna y boca”, asegura Walter.<strong>Diabética desahuciada<br /></strong>A Margarita Carbonell, de 58 años, la habían desahuciado por sufrir un coma diabético. “Mi glucosa era de 680 mg/dL, el colesterol de 450 mg/dL y la presión arterial de 380 mm/hg. “Solo me faltaba un infarto para morir”.“La diabetes dañó mi mácula, que permite al ojo percibir detalles finos que otorga la agudeza visual, y me dijeron que nunca más volvería a ver. Pero una amiga al ver que no podía caminar, comer o vestirme, me trajo al termomasajeador. Poco a poco fui recuperándome y en la sesión 21 pude ver. Hoy he asistido a la sesión 212”, asegura Margarita.<strong>Movió el cuello</strong><br />“Para Mercedes Pérez Anchundia, de 56 años, lo mejor que pudo encontrar en abril fueron las puertas abiertas de Ceragem. “Cuando entré lo primero que recibí fue un trato humano, a diferencia de algunos hospitales donde hay conserjes y enfermeras que se creen los dueños del sitio y nos humillan”, afirma.“En Solca me extirparon una mama por tener cáncer y el tratamiento con quimioterapia me produjo neuropatía (daño en los nervios). También sufro de hemorroides y tres hernias cervicales, entre otras”.Agrega que lleva 90 sesiones con termomasaje y “en la 15 lloré al darme cuenta de que pude mover mi cuello después de siete años de haberlo tenido inmóvil. Hoy mis hemorroides están mejorando, sin necesidad de cremas, y aspiro a que mi retinitis pigmentaria se corrija para poder ver con nitidez”, asegura.<strong>Origen de la enfermedad</strong><br />Para Ismael Pérez, representante de Ceragem en Ecuador, el equipo termomasajeador sirve para regular o normalizar el funcionamiento del organismo. También para prevenir futuros males y mejorar la calidad de vida.Según Ceragem,la mayoría de las enfermedades se originan por un mal funcionamiento del sistema nervioso y circulatorio sanguíneo. Por eso los nervios deben funcionar al ciento por ciento, sin estar comprimidos, para que lleven la información adecuada a las diferentes partes del cuerpo. De igual forma sucede con la circulación. La sangre debe estar libre de grasas malas y tener glóbulos blancos aceptables para que las defensas del cuerpo se eleven.<strong>Principios del equipo<br /></strong>Los beneficios del termomasajeador se logran por los siguientes principios: