La nueva obra del laureado autor sudafricano está integrada por doce ensayos tan apasionantes como sus novelas, aunque en un estilo lejano a las historias sencillas que suele contar.
“Prohibido prohibir”, decía uno de aquellos clásicos grafitos en las paredes en los años ochenta. J.M. Coetzee, el Premio Nobel de Literatura, dice que “a mediados de la década de 1980, me era posible dar por supuesto que la intelectualidad compartía en líneas generales mi opinión de que cuantas menos restricciones legales se aplicaran a la capacidad de expresarse, mejor: si resultaba que algunas de las formas asumidas por la libre expresión eran desafortunadas, ello era parte del precio de la libertad”. Las dos sentencias, la de los jóvenes grafiteros y la del escritor sudafricano, ponen en escena un tema viejo como actual: la censura.