Encuentro. Bogotá 39  se denominó  la cita que se desarrolló en la capital de Colombia desde el pasado jueves hasta ayer.

“Es un verdadero honor pertenecer a esta legión de escritores y un poco de  alimento para la vanidad de cualquiera que ejerza un oficio tan solitario”, dijo  la escritora   cubana Wendy Guerra, una de los  39 jóvenes autores  latinoamericanos que participaron en el encuentro titulado   ‘Bogotá 39’,  que se realizó   en la capital colombiana desde el pasado jueves hasta ayer.

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Guerra, que el año pasado ganó el premio de la editorial  española Bruguera con su novela  Todos se van, duda en considerarse heredera de las figuras del  boom  latinoamericano  como el  peruano Mario Vargas Llosa  o el colombiano Gabriel García Márquez, pero admite que hay una influencia. “Les debemos el arte de escribir perfecto y con el alma; los genes  obligan”, dijo en una charla.

Para el colombiano Juan Gabriel Vásquez, de 34 años, después del llamado “boom”, los escritores en lengua española “van a buscar sus herramientas a cualquier otra tradición”.

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“Eso es lo que actualmente estamos haciendo: ir a buscar a nuestros maestros en otras tradiciones que no son las nuestras, y es precisamente ese desarraigo, esa mezcla entre mi propia realidad y la ajena, lo que la vuelve (la escritura) original”, explicó Vásquez,  autor  de  Los informantes.

“A los nuevos novelistas latinoamericanos nos corresponde demostrar que el mundo sigue renovándose y que nos ha obligado a renovarnos, al emplear la novela como modo de explicar ese cambio”, agregó.

El mexicano Fabrizio Mejía Madrid, de 39 años, percibe que la literatura producida por los autores de su generación “no tiene el riesgo del folclore” y no trata de explicar el mundo, como ocurría en las obras del  “boom  latinoamericano”, cuando se escribían las llamadas “novelas totales”.

“Es una literatura que no trata de explicar el mundo”, indicó Mejía, sino que son ficciones que salen de los márgenes geográficos de Latinoamérica. Citó  como ejemplo Los detectives salvajes, del chileno Roberto Bolaño, ya fallecido, que se desarrolla en México, Nicaragua, Estados Unidos, Francia, España, Austria, Israel y África.

Los autores se lamentaron de la desconexión entre ellos que genera un mercado editorial fragmentado y que contrasta con su anhelo de crear historias universales.

El autot uruguayo Pablo Casacuberta, de 38 años,  aseveró: “La mayoría no nos conocíamos, no nos habíamos leído; esto lo veo como un síntoma de fragmentación de la distribución de libros”.

“No creo que nos estemos leyendo”, corroboró el venezolano Rodrigo Blanco Calderón (26 años), quien comentó que el propósito de eventos como ‘Bogotá 39’ es que “los libros circulen por contacto personal”.

Estos jóvenes autores sienten que los grandes mercados editoriales les permiten ser leídos en Europa, pero no en sus propias naciones.

El ecuatoriano  Leonardo Valencia, de 38 años, explicó que en ocasiones prefiere publicar sus libros con pequeñas editoriales locales, que ponen sus textos al alcance de los lectores ecuatorianos a un precio más asequible que los ofrecidos por las empresas extranjeras.

Sin embargo, el fenómeno editorial parece ir en doble vía, porque mientras las pequeñas editoriales son propicias para mercados locales, las de distribución más grande son las que facilitan que los escritores latinoamericanos sean leídos en Europa.

Según la cubana Ena Lucía Portela (34 años), “hay que pasar por el mercado español para conocer y ser conocido” porque Madrid o Barcelona, agregó, se han convertido en las ciudades más importantes para los escritores latinoamericanos.

Y esto, según el peruano Iván Thays (31 años), se debe a que “en España hay un redescubrimiento de la literatura latinoamericana”.

Las inquietudes sobre la distribución de los libros contrasta con el anhelo de los escritores por contar historias universales, porque coinciden en que ya quedó en el pasado la intención latinoamericana de contar historias llenas de folclore que solo transcurren en los países de la  región.

El peruano Santiago Roncagliolo (1975), autor de   Abril rojo, premio Alfaguara, aludió al influjo de las novelas norteamericanas e incluso de las historietas en las producciones de los nuevos autores regionales, lo que, precisó, deslegitima la brecha entre la idea de la “alta cultura y la cultura popular”.

“La distancia entre una y otra es cada vez más borrosa, una (cultura) se alimenta de la otra y eso se siente en la cantidad de historietas para adultos que hay en el mercado”, dijo Roncagliolo.  ‘Bogotá 39’   hace parte de la programación de Bogotá Capital Mundial del Libro 2007, título que la  Unesco  entregó este año a la capital colombiana.  Los autores fueron elegidos entre unos 200 presentados por lectores y editores. El jurado estuvo integrado   por los novelistas colombianos Piedad Bonnett, Héctor Abad Faciolince y Óscar Collazos.

LOS ELEGIDOS

ARGENTINA
Gonzalo Garcés, Andrés Neuman y Pedro Mairal.

BOLIVIA
Rodrigo Hasbún.

BRASIL
Adriana Lisboa, Verónica Stigger y Joo Paulo Cuenca.

COLOMBIA
Antonio Úngar, Ricardo Silva, Pilar Quintana, Juan Gabriel Vásquez, Antonio García y John Jairo Junieles.

CUBA
Wendy Guerra, Ena Lucía Portela, Karla Suárez y Rolando Menéndez.

CHILE
Álvaro Bisama, Alejandro Zambra y Santiago Nazarian.

ECUADOR
Gabriela Alemán y Leonardo Valencia.

EL SALVADOR
Claudia Hernández.

GUATEMALA
Eduardo Halfón.

MÉXICO
Álvaro Enrigue, Fabrizio Mejía Madrid, Guadalupe Nettel y Jorge Volpi.

PANAMÁ
Carlos Wynter Melo.

PARAGUAY
José Manuel Pérez Reyes.

PERÚ
Santiago Roncagliolo, Daniel Alarcón e Iván Thays.

PUERTO RICO
Yolanda Arroyo Pizarro.

REPÚBLICA DOMINICANA
Junot Díaz.

URUGUAY
Claudia Amengual y Pablo Casacuberta.

VENEZUELA
Slavko Zupcic y Rodrigo Blanco Calderón.

DICEN ELLOS

Fabrizio Mejía Madrid
“La de mi generación  es una literatura  que no trata de explicar el mundo,  como  ocurría en  obras  del boom”.

Pablo Casacuberta
“Este encuentro   es una   oportunidad para compartir e incluso  para  conocernos, pues muchos  no nos habíamos leído”.