Secretos íntimos pueden salir del baúl de los recuerdos, cada vez que ellas lo decidan. Frustraciones, anhelos, amores platónicos, conquistas, decepciones, amoríos pasados, transcurrirán a través de confesiones femeninas. Mientras ellos analizarán su estatus económico, problemas laborales, conquistas en marcha, sentimientos confusos y evitarán –en lo posible– temas privados de hombría y virilidad.No obstante, dice Fabián Sánchez, psicólogo clínico, las ideas sobre conversaciones entre ambos sexos no pueden ser generalizadas ni errar en implicaciones sexistas, pues los temas de diálogo varían de acuerdo con el medio socioeconómico, la edad y experiencias vividas de hombres y mujeres. “En nuestro medio las mujeres son más prudentes y discretas en revelar detalles íntimos, salvo asuntos relacionados con el fracaso matrimonial, divorcio, economía”, señala Sánchez.Las constantes críticas e “hipervigilancia” entre ellas, producto del mismo medio que las rodea, provoca que las mujeres oculten muchas veces su real situación ante sus amigas. Las conversaciones de varones, en cambio, muestran la aceptación y el mantenimiento de un “espíritu de cuerpo”, según el psicólogo. Sin embargo, las mujeres poseen mayor profundidad emocional en comparación con el trato superficial que ellos tienen al contar sus intimidades. Esto, quizás, ligado al hecho de que se enseña al sexo masculino reprimir emociones “consideradas de debilidad”.Los contenidos de las conversaciones han variado, explica Sánchez. La liberalidad va en aumento. Se ha apostado por la igualdad sexual, pro lucha del feminismo. Hombres y mujeres tienen los mismos derechos y obligaciones, por eso temas tradicionales masculinos como sexo, política y deportes dejaron su exclusividad varonil y aspectos referentes a moda, hogar e hijos ya se incluyen en temáticas de hombres.Testimonios divulgados
La libertad de expresión modificó los temas de conversación entre ambos sexos. Así opina la psicóloga clínica Susana Osorno, quien explica que hombres y mujeres ahora dan su criterio sobre diversos ámbitos.La psicóloga lamenta que todavía ciertos temas sexuales sean tomados como tabú, por temor a consecuencias (miedo a una adicción sexual, temor a embarazos no deseados, etcétera). Incluso tradiciones familiares arrastran tabúes generacionales, en que ellas prefieren ocultar sus frustraciones y no buscar ayuda. “Nuestros tatarabuelos no hablaban de órganos sexuales ni de orgasmos o menstruaciones. Ayudaría mucho que los centros educativos proporcionen una excelente formación sexual, tanto a padres como a hijos”. Llamar las cosas por su nombre también educa la personalidad, olvidando sentimientos de culpas erradas, al confesarnos frente a nuestros amigos.Osorno considera que hoy por hoy, los hombres poseen una gran sensibilidad para expresar sus sentimientos. Lo hacen sin llegar al egocentrismo. Saben analizar lo escuchado y se cuidan de comentarios maliciosos, convertidos en chismes destructivos.Argumentos guardados
A veces ellos y ellas se guardan las penas, las vergüenzas, aunque hay gente que ha aprendido a reírse de sí misma. Pronto adquieren la madurez de enseñar a otros mediante sus malas experiencias. Algunos crecen con los errores cometidos y logran superarse, mostrándose como ejemplo a sus amigos (as). Con ello evitan que sus amistades pasen por similares circunstancias.Asimismo, ambos sexos, según Osorno, divulgan sus éxitos. Tique de entrada inmediato para un estatus dentro del círculo social, laboral, afectivo o educativo. Las conversaciones privadas de hombres y mujeres van ligadas a una escala de valores, donde la prudencia actúa de moderadora.Aspectos diferenciadores
Osorno explica que las mujeres buscan cada detalle del hombre que les atrae y lo analizan minuciosamente. Incluso algunas exponen ciertas características de ellos a fin de conseguir la aprobación de sus amigas. “Él es bueno o no para nuestra amiga”, expresiones como esta son comunes entre ellas. Traen a colación detalles físicos del sujeto en mención. Su personalidad, sus demostraciones afectivas y “cómo mantienen viva la llama del amor”.Ellas, en sus grupos, también enfrentan rivalidades disfrazadas de hermandad, de buenas amigas. Pero si comparten con honestidad, los lazos de fraternidad entre mujeres son de lealtad absoluta.Los hombres, en cambio, prefieren comentar situaciones ocurridas y no enfocarse en detalles. Situaciones donde él se sienta “un rey o haya cumplido las expectativas de su pareja”. Ellos evitarán narrar los métodos utilizados en la conquista de mujeres, sin embargo, sacarán pecho, orgullosos por el éxito de conquistarla. “Y si fueron más allá de unos besos, será mayor el logro”. Mas, tampoco se puede estereotipar a los varones, porque ellos pueden convertirse en verdaderos amigos de otros hombres, capaces de “arrimar el hombro si sus amigos lo necesitan”.Autodescubrimiento
Para Enrique Brito (29 años), las conversaciones con sus ‘panas’ son bien abiertas. Aunque refuta, todo va de acuerdo con la edad de ellos, al sector laboral o profesional.Expresiones como “oye loco, me comí a la pelada”, pertenecen a jovencitos de hasta 20 años de edad. “Son inmadureces que a veces repetimos porque las oímos y pensamos que están bien decirlas. Pero al crecer maduramos, nos autodescubrimos. Aprendemos a valorar los sentimientos de otros, principalmente del sexo opuesto”, reflexiona Brito.Considera que de adolescentes, los chicos brindan mayores detalles de su privacidad. Aspecto que cambia en su vida adulta. “A mi edad contamos nuestras cosas con la misma emoción, aunque sin morbo”. Tampoco le gusta ventilar sus intimidades a los cuatro vientos, pero si ha logrado conquistar a “la chica de sus sueños”, enseguida lo comparte con sus amigos.Fabiana (34 años), en cambio, dice comentar sin tapujos su privacidad frente a sus amigas. Sin embargo, no quiso revelar su apellido. “Una cosa es hablar de mí a gente de confianza y otra muy distinta mostrar mi mente abierta en una sociedad con prejuicios”, señala Fabiana, quien gusta de conversaciones femeninas salpicadas de buen humor y consejos “bien directos” a sus amigas.A Josefina Guerrero y Tito Torres, ambos mayores de 55 años, les cuesta trabajo hablar de este tema. Los tiempos cambiaron y confiesan que antes valoraban mucho el pudor. Evitaban sacar a relucir confesiones de conflictos matrimoniales o aventuras amorosas.Mas, ellos también se vieron inmersos “en el siglo XXI” y sus pláticas evolucionaron. Ahora mujeres maduras conversan sobre fracasos conyugales, disfunciones sexuales, problemas íntimos de los hijos, baches económicos.Mientras que hombres maduros recuerdan sus viejas andadas “como picaflores”, picardías actuales, “recordadas borracheras”, recientes adquisiciones y claro, nuevos proyectos de negocios. Esto último, solo lo comentan a sus amigos de confianza y futuros socios económicos.Hoy, la privacidad no es ciento por ciento privada.Las reuniones sociales motivan a exteriorizar emociones, experiencias exitosas o fallidas. Sumergirse en diálogos de confesiones, en los que hombres y mujeres desnudan quiénes son.","isAccessibleForFree":true}
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Los dirigidos por Patricio Urrutia sufrieron para imponerse al conjunto quiteño.
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