El 1 de abril España exigirá a los bolivianos visa para ingresar a su territorio. Con esta medida se cierra una ruta, Bolivia, para muchos ecuatorianos que actualmente han optado recorrerla para, con pasaporte boliviano falso, intentar ingresar al país europeo. No siempre lo logran. Un informe de la ruta Guayaquil-Bolivia.

Desaguadero es un pueblo partido en dos por el río del mismo nombre, único desfogue del mítico e histórico lago Titicaca. A un lado del río está Perú; en el otro, Bolivia. Cada uno tiene su respectivo control migratorio.

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Es aquí, a 3.500 metros de altura, donde cientos de emigrantes ecuatorianos también parten su alma en dos. Y también su identidad, su nacionalidad. Ingresan como turistas pero acceden para, con ayuda de tramitadores, conseguir ilegalmente la nacionalidad boliviana. Y como bolivianos viajan a España u otros países europeos sin necesidad de presentar visa.

En el control migratorio de Desaguadero, la Policía boliviana registra en estos momentos un promedio de ingresos de entre 5 y 35 ecuatorianos por día. Dicen ser turistas que tardarán quince días en visitar sitios de interés, pero no retornan sino unos o dos de cada grupo. Es una frontera muy movida.  Hay días que por este control acceden hasta 2.500 personas. Solo salen 800, según  archivos policiales.

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El jefe de la Unidad de Control Policial Migratorio de Desaguadero, Israel Pereira Núñez, reconoce que los ecuatorianos, junto a peruanos y colombianos, logran sacar cédula y pasaporte boliviano con mucha facilidad, “no sé cómo”. En estos días hay intenso movimiento pues la suerte de acceder sin visa a España y otros países de la Comunidad Europea se termina el próximo  1 de abril.

Es jueves 15 de marzo. En el libro de ingresos se registran los nombres de diez ecuatorianos. “Yo les ayudé a llenar la Tarjeta Andina, me colaboraron con un dólar y eran buena gente”, afirma un hombre de 30 años que se emplea en esa tarea y no da su nombre.

Los Cayo, Padilla, Núñez, Abarca, Sánchez, Cahueñas, Paguay, Arévalo, Naupari y Ayala se integran a la larga lista de “turistas” ecuatorianos que visitan el país de Evo Morales. El grupo había partido el lunes, a las 11:00 desde Guayaquil, en un bus de Ormeño Internacional. Su destino, La Paz.

Cada día sale un turno de esa cooperativa desde Guayaquil (a su paso desde Bogotá con destino a Perú, Argentina, Chile y Bolivia), pero los cupos para La Paz, capital boliviana se separan hasta con cuatro días de anticipación. Desde el austro salen otras cooperativas que toman la ruta Macará-Piura.

El viaje no presenta dificultades, pues por los convenios de la Comunidad Andina, con solo presentar la cédula y llenar la Tarjeta Andina se puede movilizar por tierras peruanas y bolivianas (además de Colombia). Incluso en Huaquillas, solo a quien presenta el pasaporte se le exige el permiso de salida del país de la Policía y las Fuerzas Armadas. Con la cédula, esos requisitos se obvian.

El martes 13 parten 27 viajeros desde Guayaquil, cinco de ellos refieren que su destino es La Paz, algunos dicen que primero van a pasear a Lima.

Tras 20 horas de viaje, uno de ellos toma confianza. Cuenta que va a un pueblo boliviano a visitar a una hermana. Comenta que tiene en España a un hermano, con su esposa e hijos, y a otro pariente. “Yo les ayudé a ir. A mí no me interesa viajar allá”, refiere, sin ni siquiera preguntarle si esa es su intención. Él es de Guayaquil y afirma ser ebanista decorador.

Johnny, otro viajero, de unos 38 años, confiesa que es fácil obtener la identidad boliviana y el pasaporte para ir a España u otro país americano o europeo. “Estamos en Sudamérica y usted sabe que siempre hay gente que con el dinero ayuda”.

Afirma ser boliviano, de Santa Cruz, radicado en España, donde tiene un locutorio. Viene constantemente a Ecuador a visitar a una amiga y sabe mucho del país. Confiesa que él “ayuda” a conseguir los documentos bolivianos, de vez en cuando. De hecho, en Lima lo espera un ecuatoriano, desde hace tres días, a quien le presentará a una tramitadora de su país.

Ella se llama Martha. Tiene un número telefónico celular que no contesta. Se debe dejar mensajes hasta contactarla. Hay días que pasa en La Paz, otros en Santa Cruz o en el Beni. Con ella deben hablar los interesados.

El trámite tarda menos de dos días. El costo, 3.800 dólares. “Es un policía el contacto principal. Él se lleva casi 2.000 dólares pero es efectivo; el interesado mantiene su nombre, le toman las huellas, la foto, firma y está listo”, indica Johnny, quien también facilita un número celular de Ecuador.

El jefe policial de Desaguadero ratifica que es una mujer quien lidera la banda de tramitadores. Pero esta cambia de nombre y de número telefónico casi cada día. Al fin y al cabo, el chip con un número celular en ese país solo cuesta 15 bolivianos (unos  2 dólares). Se han hecho operativos sin éxito, con base a informaciones dadas por quienes pese a obtener sus documentos han sido deportados.

Además de ese contacto directo con la tramitadora de Bolivia, en Ecuador también hay agencias de viaje que ofrecen los viajes seguros vía ese país andino. Pero el costo es de 5.000 dólares, sin tomar en cuenta los pasajes que por avión bordean los $ 700 y por tierra, $ 140; más gastos de alimentación y estadía.

Johnny revela que en Quito hay dos agencias, en la avenida América, cerca de la Y. También hay otras en Guayaquil y en el austro. Los viajeros de esta última zona usan el pasaporte boliviano para ingresar a Guatemala y México y de ahí avanzar a Estados Unidos. Hace un año, la tarifa para ir al país norteamericano, vía Bolivia, estaba por los 15.000 dólares.

El bus de Ormeño que lleva a Johnny y otros cuatro que van a tierras bolivianas llega el miércoles a Lima.

En la capital peruana los sitios de hospedaje están por la avenida Javier Prado, el centro histórico y Miraflores.

La travesía sigue al siguiente día y ellos arriban a Bolivia el viernes en la tarde. En Desaguadero quedarán marcados sus nombres, y las copias de sus pasaportes o las cédulas de identidad, alternativa que implementaron las autoridades policiales desde hace meses, “para al menos tener algún registro”.

Pero Desaguadero no solo es el sitio de salida y de ilusión. También es escenario de lamentos para los ecuatorianos, pues por aquí deportan a quienes son sorprendidos por las autoridades españolas con los papeles bolivianos obtenidos ilícitamente y les devuelven al país de donde salieron.

Bolivia los recibe y los pone en el punto de entrada, en este caso el suelo peruano, donde los expulsados  se quedan  sin dinero para volver a su tierra, a casi 3.000 km de distancia, a 57 horas de viaje en bus.

El segundo semestre del año pasado fue crítico en cuanto a deportaciones. Había hasta 20 por semana, según establecen los archivos migratorios de Desaguadero. En las últimas dos semanas se presentaron cinco casos, entre estos los de tres mujeres jóvenes ecuatorianas que, en medio del llanto, fueron obligadas a retornar de España a Bolivia, pasando por Brasil. Se quejaban porque en su país dejaron deudas y solo debían volver, obligadas, con sus sueños partidos.