Anteayer se publicó en EL UNIVERSO la carta de una chica de 17 años que reflexionaba por la influencia negativa de los medios de comunicación en producir chicos alienados y se preguntaba por el sentido de ser joven.
No estoy tan seguro que la masiva publicidad “juvenil” en la televisión esté dirigida directamente a los jóvenes. Más bien creo que se dirige a consumidores de una sociedad con valores y categorías adolescentes donde cada quien busca prolongar lo más posible la pubertad y retrasar las responsabilidades y las decisiones (con todas las equivocaciones del caso) que implica la vida adulta.
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Lo aspiracional -dirían mis amigos publicistas- es uno de los resortes emocionales y psicológicos al que suele recurrir más asiduamente el mercadeo.
Hasta los años setenta los “chicos” aspiraban volverse adultos y ser como los padres. Ahora los padres quieren volverse “adolescentes” y parecerse a los hijos.
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Lo que está detrás es un profundo cambio demográfico por el desarrollo de la medicina científica y el crecimiento de la expectativa de vida: la gente vive más y por lo tanto no quiere ser vieja pronto. ¿En estos tiempos quién puede considerarse que pasados los 40 ha llegado ya a la vejez? El “marketing” tiene una categoría para todos ellos: los jóvenes adultos contemporáneos...
En las pantallas, la publicidad de todo tipo explota lo juvenil y promueve lo adolescente, pero no significa que la televisión tenga una programación enfocada en los jóvenes y adolescentes. Hay pocos programas de ese tipo, la mayoría telenovelas como Rebelde, que además atrapa a un público infantil y a los antes mencionados “jóvenes adultos contemporáneos”.
Por las tardes, hay uno de los pocos espacios juveniles, un anacronismo llamado ‘Conectados’ (recuperación del nombre de una revista dedicada al internet que operó hace pocos años); aunque no va por lo tecnológico la conexión del programa de Gamavisión, más bien va por el lugar común y el estereotipo.
En otras palabras, ‘Conectados’ es lo mismo de siempre: presentadores juveniles hablando como aniñados de pocas neuronas, pretendida informalidad, notas conseguidas en colegios y lugares de recreación juvenil para gritar “¡Coooo-nec-ta-dos!”.
Poco importa a la hora de la hora... Lo pretendidamente juvenil está en el aire, no en los programas del tipo ‘Conectados’.