Todo camino que se abre y toda vía que se afirma marcan esperanzas y anuncian comunicación, progreso, entendimiento. La inauguración de la vía Guayaquil-Península de Santa Elena, cinco años después de iniciada, marca una etapa interesante para la provincia del Guayas y para quienes visitan nuestras playas. Antier, por primera vez, al retornar de Salinas, crucé todos los puentes; tenemos una autovía como debe ser: segura, bien señalizada, amplia, digna de quienes la usamos por necesidad o por diversión.
Mi vocación de vagabundo confeso por los chaquiñanes, senderos polvorientos, caminos vecinales, vías asfaltadas y “autopistas” de la patria me obliga a felicitar al Gobierno Nacional por la sabia decisión de concluir esta importante arteria de comunicación que tendrá un inesperado remate antes del feriado de Navidad con la rehabilitación y ampliación de la carretera principal que une Santa Elena con Salinas. Si a esto sumamos la decisión gubernamental de adelantar los trámites para la licitación del nuevo puente entre La Puntilla y Durán; la colocación de la primera piedra del Hospital de Santa Elena; los trabajos de ampliación de la vía hacia Babahoyo, y un paquete de decretos ejecutivos en beneficio del Guayas, es imperioso consignar para la posteridad que el gobierno del presidente Alfredo Palacio se despide de esta provincia con un aguinaldo inesperado y sustancioso.
Pienso que los ministerios de Gobierno, Obras Públicas, Salud, Bienestar Social y Finanzas prestaron su patriótica colaboración; los alcaldes de Santa Elena, La Libertad y Salinas trabajan a sol y sombra para que la cara de esta hermosa península luzca mejor para las fiestas navideñas y sus calles tengan el decoro esperado por tantos años.
No me extrañan las voces que empiezan a levantarse en contra del peaje establecido: un dólar de ida y otro de regreso; comprendo la extrañeza por el salto brusco del peaje vigente de veinticinco centavos de dólar para un viaje redondo, de ida y de vuelta; en buen romance ahora deberemos pagar un dólar setenta y cinco centavos más. Personalmente me allano a las decisiones y les digo el porqué: las excelentes carreteras del mundo cobran peaje y por esto son excelentes; muy buenas carreteras del Ecuador, todavía no excelentes, cobran también su peaje. Si las vías son buenas, si las llantas no se desgastan, si las suspensiones de los carros no se dañan, si nuestros vehículos recorren tramos de carretera libres de peligros, bienvenidos sean los peajes. ¿Quién debe recaudar ese dinero? Ya lo sabremos; se debe impedir que se siga cobrando el peaje con el sistema anacrónico del control de Chongón, propicio para irregularidades de todo orden.
El progreso del sistema vial ecuatoriano debe contar con nuestra apertura mental a los cambios que nos catapulten al primer mundo.