Con este título que resume mi opinión sobre 2046 quizás no debería salir a la calle, porque definiciones tan absolutistas alteran a algunos. Pero aquí estoy, invocando especialmente a aquellos lectores cinéfilos que buscan siempre en la pantalla grande el hallazgo único: la película que nos sorprenda, nos divierta y por encima de todo eleve nuestros espíritus a dimensiones desconocidas donde solo las grandes obras de arte pueden transportarnos.
2046 se preestrena esta noche en una función especial del MAAC Cine. Se presentará también el nuevo periódico mensual que los programadores de la sala ahora amplían para una difusión más amplia y nacional.
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Cuando Wong Kar-Wai –laureado director chino de 2046– enfocó sus cámaras a la romántica y vanguardista narrativa de In the mood for love (2000), él tenía ya en mente esta nueva prolongación de los temas que lo obsesionan, que ahora se bifurcan y reencuentran en las bellas imágenes de su nueva película.
2046 era un simple número de la habitación del hotel de Hong Kong donde el Sr. Chow (Tony Leung) –joven escritor-periodista que vive una historia de amor inconclusa– podría haberse alojado. El nuevo filme sucede en 1966, unos años después y desde su inicio advertimos la permanencia del asunto central: la búsqueda de los recuerdos perdidos, las vivencias que justifican las vidas de cada ser. Este esquivo empeño se convierte aquí en una oleada de sentimientos imprevisibles, misteriosos y eróticos.
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“¿Qué sientes tú por mí?”, dice Bai Ling (la bellísima Zhang Ziyi), sensual vecina de Chow que se vende solo a clientes refinados en su habitación del Hotel Oriental. Para Wong Kar-Wai, expresar nuestros más recónditos anhelos es un imposible y Chow es una demostración palpable, porque si bien el hombre tiene una intensa vida sentimental, lo que marca su vida es la soledad.
El director parece transfigurarse en su melancólico antihéroe, conduciéndonos a una fantasía futurista donde viajan los personajes imaginados por Chow. Él está escribiendo una fábula de ciencia ficción que sucede –ahora sí– en el año 2046 y donde la hija del dueño del Hotel Oriental (la actriz Faye Wong) se transmuta en una exótica androide que parece salida de Blade Runner.
Con el director de fotografía Christopher Doyle y el músico alemán Peer Raben, Wong Kar-Wai ha orquestado una de las más hermosas odiseas fílmicas. No esperen aquí una narrativa tradicional: 2046 es una película de texturas que casi podemos tocar –miren esos vestidos, las paredes, las lámparas– en imágenes estilizadas que se conectan exclusivamente a nuestra sensibilidad en planos emotivos y estéticos, donde de repente hasta escuchamos la voz de María Callas.
Si hace casi un siglo En busca del tiempo perdido fue la obra cimera de Marcel Proust, delineando nuevos parámetros en la literatura mundial, 2046 revitaliza esa inagotable búsqueda en un arte cinematográfico tan modernista como imprescindible.