En su última novela, Voces del desierto,  la escritora Nélida Piñón se remonta a Las mil y una noches.   Con ello toma  la clave no solo de un relato sino de la literatura misma.

A Nélida Piñón le apasionan el tránsito y los avatares de los universos míticos a través de la palabra, porque la palabra los reconstruye en carne y hueso, los erotiza, o ironiza con ellos. “Seducir es una fatalidad humana. Quien no seduce está negando su oficio humano. Las palabras erotizan la realidad y, a medida que tú seduces, estás legitimando al otro; por tanto, tiene hasta una dimensión moral”, explica la autora brasileña.

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Ya sean los mundos míticos latinoamericanos y particularmente del Brasil, o  los universales a los que ella dará un tratamiento particular, trasladándolos a la realidad contemporánea, la escritora los reconstruye en su propio universo latinoamericano.

Entre los primeros, los mitos de su origen, está una de sus obras cumbre: La República de los sueños, saga de cientos de páginas de la emigración gallega hacia Brasil, libro en el cual la autora narra la génesis de un país;  en Tebas de mi corazón, la fantástica historia de la construcción de un barco que se quedará como herencia en los sótanos del enigmático protagonista; o en Dulce canción de Caetana, la historia de un lugar perdido del Brasil que despierta del letargo con el retorno de una mujer veinte años después.

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Y entre los segundos, los mitos lejanos, están la recreación libre que propuso de la ópera de Verdi, La fuerza del destino; y su última obra: la novelaVoces del desierto, en torno a las legendarias Mil y una noches, entretenidas por los relatos de Sherezade.

Los mitos lejanos o remotos apasionaron a  Piñón desde su infancia: “Yo ya quería ser escritora, pero darme cuenta de que había mitos distintos a los míos, comidas, culturas y maneras de proceder distintas estimuló mi imaginación”,  afirma a propósito de un viaje por Galicia, la tierra de la que emigró su familia hacia Brasil, con ocasión de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el   2005.

Hay todavía algo de un realismo maravilloso en sus obras; por ejemplo, cuando en Tebas de mi corazón   Eucarístico se levantó un día con  la decisión de tumbar todos los árboles, herencia de sus hijos; la furia le duró unos días, mientras Magnolia, sin entender los delirios de su esposo, se ponía de rodillas para rezar por los árboles condenados por Eucarístico.

En su última novela, titulada Voces del desierto (que publicó con Alfaguara),  Piñón se remonta a las mágicas invenciones del desierto para tomar del legendario libro oriental la clave no solo de un relato sino de la literatura misma: las narraciones de Sherezade le salvan cada noche de la amenaza de muerte ordenada por el Califa. La palabra derrota al poder, lo fascina, lo envuelve, lo debilita. Y mientras cuenta las historias, la voz de Sherezade llega hasta las cocinas del palacio donde la gente del servicio espera el desenlace de cada una de ellas.

Pero hay algo más: Sherezade ha recogido estos relatos que enfrentan al poder, de las plazas y mercados populares: “Al vislumbrar el mercado por primera vez, Sherezade había identificado de inmediato la geografía real de sus historias. A través de aquel escenario turbulento, invadido por las imprecaciones populares, poblado de oloresfragancias, aromas desconocidos, palpaba el corazón del arte de fabular”.

¿Quién vive en estas páginas? ¿Sherezade o la escritora Nélida Piñón? ¿Es la propia Nélida, la que se fascinó por la palabra desde la infancia, la que se refleja en esta novela? “(Sherezade) nunca se cansa de entregarse a la irremediable voluptuosidad de contar historias, como si así iniciase (alrededor de una habitación) una peregrinación a La Meca o a Medina, según la dirección que tome”. 

La propia autora reconoce la intención de su obra, el combate entre la palabra y el poder, la travesía imaginaria que pospone para otra noche “la cuchilla de la muerte por disposición del Califa”: “(Voces del Desierto) habla de las culturas institucionalizadas que desprecian el mundo de la oralidad, de la gran cultura popular. La oralidad tiene un instinto narrativo extraordinario. Es una obra contra la tiranía que encarna el Califa. Uno de los aspectos de la novela tiene esa lectura, pero también desvela cómo Sherezade se impone con su talento, con su imaginación. Es una confrontación entre la inteligencia y el arte de tejer contra la tiranía del otro”.

Los elementos clave de una literatura y una actitud política van estructurando la novela: la defensa de las mujeres presente en obras y actos de Piñón, el poder desentrañado por la palabra y el imaginario popular y la riqueza de la literatura capaz de ocupar mil y una noches.

LA AUTORA

VIDA Y OBRA
Nélida Piñón nació en Río de Janeiro, Brasil, en 1937. Su primer libro se publicó en 1961: Guía.  Luego vinieron Fundador  (1969), A casa da Paixao  (1972), Sala de armas  (1973), Tebas de mi corazón  (1974), La fuerza del destino  (1977), El calor de las cosas  (libro de relatos, 1980), para desembocar en su obra cumbre: La República de los sueños  (1984) y en Dulce canción de Caetana  (1987). Presidenta de la Academia Brasileña de Letras en 1996, fue la primera mujer en presidir una academia literaria en todo el mundo.

En 1995 recibió el Premio Juan Rulfo,  y en el 2005, el   Príncipe de Asturias.