La televisión UHF tiene de todo y para todos: uso y abuso del “mensajea”. Abundantes horrores técnicos, mala calidad de señal, videoclips hasta el cansancio, música rocolera a granel, polémica deportiva, etcétera. Es una TV llena de vitalidad, inquietudes y algo más abierta. Tres imágenes: un programa de opinión en TV Satelital, una emisión deportiva en Ecuavisa Internacional y un musical aderezado con el “mensajea” en TV Más.
“Creced y reproduciros hasta llenad la Tierra”, es el mandato bíblico que el hombre ha cumplido fielmente hasta el punto de que ahora 7.000 millones de seres humanos sobrepueblan un planeta al punto del colapso.
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No solo los hijos del Hombre han crecido y se han reproducido por doquier.
Sus creaciones, también, tienen vida propia, crecen y se reproducen por su cuenta. La televisión, por supuesto. Al principio fue un canal. Del único, pasaron a ser unos pocos. Luego, la abundancia. Y, por último, la sobrepoblación… No física, por supuesto. Es una promiscuidad electrónica, sin forma definida que nos golpea al practicar el moderno deporte del zapping y nos internamos en territorios inimaginables.
Al principio se dijo que era “la FM de la televisión”, ahora el UHF representa la posibilidad de seguir llenando de señales a la televisión abierta. No voy a cansarlos con palabras técnicas insoportables, pero vale conocer algo de los términos. El VHF no es más que las iniciales en inglés de Frecuencia muy alta. UHF en nuestro idioma significa Frecuencia ultra alta. Por razones técnicas, en VHF solo se pueden utilizar los canales 2, 4, 5, 8, 10 y 12; seis, todos ocupados. En UHF, las posibilidades son: 21, 23, 25, 27, 29, 31, 33, 35, 38, 40, 42, 43, 45, 47. Catorce, muchos aún por llenar.
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Se puede pensar que los canales en UHF doblan a los otros. Al observar con más atención, no hay proporción: las cadenas de alcance nacional son VHF. En cambio, entre el 21 y el 47, la mayoría son señales locales. En número de estaciones, el UHF gana por goleada. Pero, además, la gente que estudia los ratings sabe que hay mañanas en que el acumulado de sintonía de los canales en UHF es equivalente a la estación con más televidentes de entre las seis grandes.
Cuando a través del control remoto se cruza la frontera del canal 12, hay un territorio que recuerda a la escena de Jean Baudrillard, en América, el diario de su viaje a través de los Estados Unidos: en una habitación de un motel del Medio Oeste, una TV siempre está prendida, sin importar si hay alguien que la vea. El escritor francés especula con una escena del fin del mundo donde esa TV sigue prendida, aunque solo emitiendo ruido blanco…
Mucho de la TV en UHF tiene este síndrome postapocalíptico: emiten lo que sea, en condiciones cercanas al ruido blanco, probablemente con la idea de que hay un televidente fantasma por ahí. Me da la impresión de que muchos de los programas de estos canales están enfocados en un público antes no tomado en cuenta y por lo tanto casi invisible.
La TV que practican las mayores cadenas tiene un principio: debe ser para todos. Para cumplirlo se iguala a los televidentes hacia abajo. Y mientras más abajo, mejor. Para usar una metáfora gastronómica: la TV generalista tiene el mismo sabor que la comida servida en un gran comedor industrial.
En la otra televisión, la de UHF, hay segmentación e incluso especialización. No es que exista un concepto, sencillamente es el único espacio vacío entre la televisión de las grandes cadenas y la señal del cable.
Es suficiente para dar cabida a un noticiero para los transportistas como ‘Al volante’ (RTU), con una línea gráfica interesante. A un canal cristiano evangélico (Asomavisión) donde también se hace opinión y reflexión.
Programas de heavy metal para jóvenes de sectores populares, espacios de pequeños anuncios clasificados, promoción de conciertos de tecnocumbia, un rinconcito para que locutores de radio se den un gusto en pantalla haciendo lo que hacen en las ondas radiofónicas (‘En todas’ , con Roberto Álvarez en Ecuavisa Internacional). Más…
La promoción turística, mentalistas y chamanes, programas deportivos para fines políticos (‘Ligas barriales’) o elaborados desde la perspectiva del periodista hincha (‘Ego Deportes’ con Óscar Portilla). Espacios de opinión como los de Televisión Satelital, donde se exige en toda la programación (literalmente) que el Gobierno tome tal o cual medida. Profusión de videoclips para incentivar el “mensajea” de los adolescentes (TV Más).
Transmisión de la señal internacional de canales europeos, noticias de pequeñas localidades (Brisa TV, península de Santa Elena).