Hace 60 años su aparición causó escándalo, fue condenado por las autoridades religiosas y prohibido en muchos países: el 5 de julio de 1946 el francés Louis Réard presentaba en París "el traje de baño más pequeño del mundo", el bikini.

Su nombre fue inspirado por una verdadera explosión, la del ensayo nuclear norteamericano en la isla Bikini cuatro días antes. Su creador le dio ese nombre al traje de baño de dos piezas minúsculas (cuatro triángulos de tela unidos por tiras) que era "tan explosivo" como esa bomba.

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De hecho, su primera presentación al público, en la piscina Molitor de París, fue encargada a una bailarina de teatro de revistas, Micheline Bernardini, porque Réard no consiguió que ninguna modelo aceptara lucir un traje de baño tan pequeño, puesto que en la época mostrar el ombligo era inaceptable, recuerda Kelly Killoren Bensimon en su libro "El bikini de los años 50 a nuestros días".

Prenda escandalosa durante más de una década, el bikini solo logró ser aceptado plenamente en los años 60, cuando la liberación sexual, los movimientos juveniles y las reivindicaciones feministas rompieron todo tipo de tabúes en el mundo.

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"El bikini se impuso a raíz de la fuerza de las mujeres, y no de la fuerza de la moda". La emancipación de la vestimenta "está supeditada siempre a la emancipación de la mujer", señala el historiador de la moda Oliver Saillard.

En la era griega

Pero el bikini no es una verdadera invención, sino más bien una prenda reinventada. En 1400 AC, se utilizaban ya en Grecia bañadores de dos piezas. Y mosaicos romanos del siglo IV muestran a las mujeres haciendo gimnasia ataviadas con lo que hoy llamaríamos un bikini, sin hablar de las vestimentas tradicionales de las mujeres de muchas islas del Pacífico.

Pero en el mundo occidental, una cultura secular de recato femenino había impuesto la ocultación, más o menos rigurosa según las épocas, del cuerpo femenino.

La progresiva emancipación femenina en el siglo XX fue cambiando las costumbres, y con ellas la moda. En los años 1920 aparecieron los primeros bañadores de dos piezas, pero se mantuvieron limitados durante años a ciertos ambientes, como el teatro de revistas.

Empezaba la época de la gran influencia del cine en la sociedad y del "star-system". Y no hay que olvidar que, a partir de los años 30, el llamado Código Hays, la legislación que imponía reglas de moralidad y conducta al cine norteamericano, prohibía expresamente la desnudez --y concretamente que se mostrara el ombligo--, imponiendo un tipo de vestimenta en la pantalla que servía de modelo a todas las mujeres.

El cine pues adoptó el traje de baño de dos piezas en el que la parte de abajo llegaba hasta la cintura, y la de arriba destacaba el busto. La censura fue burlándose --y las piezas del bañador reduciéndose-- poco a poco. Aunque, incluso en 1962, Marilyn Monroe, que había posado en múltiples fotos en bikini desde hacía años, aparecía en "Something's got to give" de George Cukor con un casi bikini cuya parte inferior lleva una parte adelante levemente levantada en una curva que tapa apenas el ombligo.

En 1956 se estrenó en Francia "Y Dios creó a la mujer" de Roger Vadim. La película convirtió a Brigitte Bardot en un arquetipo de sensualidad femenina e impuso la moda del bikini.

Desde entonces, el cine ha creado no pocos referentes de sensualidad femenina indisociables en el imaginario popular del bikini con que aparecían en la pantalla grande: baste recordar a Ursula Andress saliendo del mar en su bikini blanco en "007 contra el Dr No" (1962) o a Raquel Welch en bikini de piel de mamut en "Hace un millón de años" (1966).

Una vez popularizado el bikini y olvidada toda connotación escandalosa, la libertad del cuerpo desnudo dio un paso más en los años 1970. En las playas del mundo, las mujeres se quitaron la parte de arriba, inventando el "monokini", mientras se popularizaba la aún más diminuta tanga venida de Brasil.

Rotos los tabúes, en nuestros días la moda no vacila en recurrir nuevamente el traje de baño de una sola pieza, mientras las grandes innovaciones conciernen ahora las materias: los nuevos textiles cada vez más elásticos y cómodos.