Los restos mortales de Lucía de Jesús dos Santos regresaron ayer al lugar donde, a los 10 años de edad, dijo haber visto y oído a la Virgen, para reposar en el santuario mariano de Fátima junto a los de sus dos primos, Francisco y Jacinta Marto.

Según responsables del santuario, casi 250.000 personas de Portugal y de otros países peregrinaron a Fátima para la ocasión, sin tener en cuenta el viento, la lluvia y el frío reinantes.

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Por deseo de la vidente, sus restos estuvieron un año sepultados en el Carmelo de Santa Teresa, de Coimbra, donde pasó enclaustrada los últimos 46 años de su vida, antes de ser exhumados para conducirlos a su definitivo entierro en Fátima.

Una ceremonia privada en el monasterio carmelita fue el primer acto del día y precedió al traslado de los restos hasta la Catedral Nueva de Coimbra, donde la ciudad universitaria portuguesa por excelencia se despidió de la religiosa, para quien se reclama abiertamente la canonización.

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Un cortejo de 19 vehículos, en los que viajaban el féretro, familiares y algunas monjas carmelitas que compartieron sus últimos años, recorrió los casi 90 kilómetros que separan Coimbra de Fátima, a donde hasta poco antes de llegar los restos seguían llegando personas.

A su llegada al santuario, donde la Policía lusa adoptó un fuerte dispositivo de seguridad ante la gran concentración de personas, el féretro fue conducido en hombros en medio de una fuerte granizada hasta la llamada Capillita de las Apariciones, para rezar un rosario.

Luego, Lucía y la imagen de la Virgen fueron conducidas hasta la Basílica de Fátima, y para la tarde estaba prevista una concelebración de una misa con el titular de la diócesis de Leiría-Fátima, Serafim Ferreira de Silva.

Lucía, Francisco y Jacinta, los tres pastorcillos de Fátima, dijeron haber tenido la primera de una serie de apariciones el 13 de mayo de 1917, en las que Lucía fue la única que aseguró haber escuchado los mensajes de la Virgen.

Además, la vidente dijo haber sido hecha depositaria de tres misterios, hoy conocidos, relacionados con el fin de la I Guerra Mundial, la prematura muerte de sus dos primos y el atentado contra el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro un 13 de mayo.