La tecnología que necesitamos para lograr una enorme reducción en nuestro consumo de gasolina ya está aquí: automóviles híbridos que funcionan con combustibles flexibles.

Bien, no fue exactamente un giro radical, pero tampoco fue un paño de agua tibia. Yo diría que el discurso del presidente Bush con respecto al Estado de la Unión, cuando se pronunció por acabar con nuestra adicción al petróleo y mejorar nuestra competitividad educativa, marcó un importante cambio de dirección y tono, aunque todavía esté muy distante de un cambio de estrategia.

“Oh, vamos, Friedman, ¡sé realista! El Presidente incluye algunos párrafos a tu favor y a ti se te aflojan las rodillas. Vamos, hombre, ¡muestra algo de carácter! Sabes que estos tipos no van en serio. Estamos hablando de un presidente que se pronunció un día por poner a un hombre en Marte y después abandonó el tema. Asumiste que ellos harían la guerra de Iraq de modo correcto, ¿recuerdas? Mira a dónde te llevó eso, estúpido. ¡Deberías haber escuchado a tu esposa!”.

Sí, yo sé todo eso. Pero también sé que George W. Bush va a ser presidente tres años más. No tenemos tres años que perder; no en una atmósfera de cambio climático, eficiencia energética o mejora de la educación en matemáticas y ciencia. Y no voy a quedarme sentado los tres años siguientes solo criticando a estos tipos y rezando para que algún demócrata sea elegido y haga todas las cosas correctas. No tenemos tiempo, ¡estúpido!

Escuché el discurso del Presidente con respecto a la necesidad de ponerle fin a nuestra adicción al petróleo mediante la innovación en tecnologías renovables, algo que nunca antes había escuchado. Cuando el Presidente cambia el lenguaje con respecto a un tema así en forma sostenida (y todavía falta por ver si será sostenida), todo el país y su burocracia empiezan a hablar de manera diferente.

¿Cómo podemos conseguir más acción? Una forma es escribirle a su senador o representante y decirles que apoyen la Ley de Opciones sobre Vehículos y Combustible para la Seguridad Estadounidense. Apoyada ya por varios integrantes clave de los partidos Demócrata y Republicano, este anteproyecto se propone reducir el consumo de petróleo en 2,5 millones de barriles al día para el 2015, así como en 7 millones de barriles diarios para el 2025, lo cual es mucho más si se compara con la propuesta del Presidente.
Esta iniciativa de ley les ofrece a los fabricantes de automóviles, que están en serios problemas, garantías de préstamos y otros incentivos con la condición de que empleen el dinero para adaptar sus líneas de ensamblaje y así incrementar sustancialmente la producción de vehículos de combustible flexible, que pueden funcionar con cualquier combinación de alcohol y gasolina, así como automóviles y camiones híbridos que funcionen con energía recargable.

Dicha iniciativa de ley permitirá ahorrar grandes cantidades de petróleo rápidamente, rescatar a Detroit antes de que reviente, así como de darles a los ciudadanos estadounidenses verdaderas opciones en cuanto al combustible. “Si tú deseas enviar tus dólares a los peores regímenes en Oriente Medio, usa gasolina; si quieres enviar tus dólares a las mejores granjas y comunidades de la región centronorte de Estados Unidos, entonces usa alcohol hecho con productos agrícolas que cultivamos localmente”, dijo Gal Luft, experto del ramo de energía.

La tecnología que necesitamos para lograr una enorme reducción en nuestro consumo de gasolina ya está aquí: automóviles híbridos que funcionan con combustibles flexibles. No se necesita ningún gran avance. Lo que hace falta es más compradores. Si bien es una buena idea atraer a Detroit para que produzca estos vehículos, también necesitamos un impuesto sobre la gasolina para procurar que los consumidores estadounidenses los adquieran. El Presidente actual de Estados Unidos rechaza un impuesto a la gasolina. Está equivocado, no puede ponerle fin a nuestra adicción al petróleo a menos que le ponga fin a su propia adicción a las reducciones fiscales.

“El Presidente no ve que su agenda de fomento de la democracia en el mundo se va a ver frustrada a menos que Estados Unidos comience a alejar al mundo del petróleo. Nos estamos dirigiendo hacia una era que nunca antes hemos visto: precios del barril de petróleo de entre 50 y 60 dólares por mucho tiempo. Cinco años en esa dirección fortalecerían a los peores regímenes y las peores tendencias de corrupción a lo largo del mundo, y todos sencillamente van a tratar de manera indulgente a estos regímenes petroleros para obtener su crudo”.

Eso es cierto: los adictos nunca les dicen la verdad a sus vendedores de droga. Así que esta es mi conclusión: me alegra que el presidente Bush esté modificando su retórica con respecto a la energía y diga que está cambiando sus prioridades para el desembolso de recursos económicos. Eso logra grandes titulares. Sin embargo, tiene que avanzar mucho más si efectivamente desea marcar una gran diferencia. No existen las soluciones sin dolor. ¿Recuerdan cómo concluyó su discurso sobre el Estado de la Unión el presidente John F. Kennedy el 25 de mayo de 1961, al pronunciarse por un esfuerzo para llegar a la Luna? Dijo: “No he pedido un solo programa que no ocasione ciertos inconvenientes a uno o todos los estadounidenses, o alguna penuria o algún sacrificio”.

“Los cerdos volarán antes que Bush diga eso”.

Quizás ustedes están en lo cierto. Y si él no logra llevar a cabo esta iniciativa sobre energía, yo seré el primero en destrozarlo. En el ínterin, prefiero mejorar su reputación para que esté a la altura de las circunstancias. Nunca se sabe. Y por cierto, amigo, ¿tienes un mejor caballo para montar ahora?

The New York Times News Service.