El manabita Publio A. Falconí Pazmiño, de quien se rememora hoy la primera centuria de su natalicio en Chone el 21 de enero de 1906, destacó por sus dotes de intelectual, poeta, periodista, dirigente institucional y funcionario público que con honradez y responsabilidad siempre buscó ser útil a sus conciudadanos.
Falleció en nuestra ciudad en julio de 1991.
Fueron sus padres Miguel Falconí Estrada y Luz María Pazmiño, que formaron una larga familia. Estudió la primaria en su ciudad natal y Portoviejo; la secundaria en el Olmedo de la capital manabita y en 1923 vino para ingresar a la Universidad de Guayaquil, centro que por la muerte de su progenitor dejó en 1931 cuando ya había aprobado tres años en las facultades de Medicina y Jurisprudencia. En 1930 le correspondió exaltar a Sarita Chacón Zúñiga, la primera Señorita Ecuador que se nombró en el país.
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De retorno a Portoviejo desempeñó importantes funciones: secretario de la gobernación de Manabí y profesor, vicerrector y rector titular del colegio Olmedo; fue edil y presidente del Concejo de Portoviejo, presidente de la Federación Deportiva de Manabí, fundador del Consorcio de Municipalidades Manabitas, etcétera. Acompañó a Pedro Zambrano Barcia en la fundación del diario Manabita, en el que solía escribir con el seudónimo Alpas.
En 1940 regresó a Guayaquil y nuevamente enseñó en el colegio Rocafuerte y ocupó su vicerrectorado. También formó parte de la Redacción de EL UNIVERSO y como orador y poeta consolidó su prestigio en nuestro medio. Presidió el club social y deportivo River Oeste y su revista radial.Perteneció a la Sociedad de Beneficencia Manabita y Círculo de Periodistas del Guayas.
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Convertido en personaje inconfundible de la comunidad guayaquileña fue administrador del hospital Luis Vernaza, impulsó la creación de la Asociación de Jubilados del Guayas y presidió la Confederación de Jubilados del Ecuador. Recibió reconocimientos del Gobierno y Congreso Nacional, Municipalidad de Guayaquil, Casa de la Cultura Ecuatoriana (varios núcleos) y organizaciones clasistas, culturales y educativas.
Representó al Ecuador en foros y encuentros internacionales; una institución de jubilados de esta provincia tiene su nombre.
Participó en recitales poéticos, ofreció conferencias y dejó inéditos los poemarios El cántaro roto y La ruta azul.