En Internet se puede encontrar el siguiente anuncio: “Muñecas originales, musicales de la telenovela ‘Rebelde”. En las calles se puede ver a niños y niñas con los álbumes de ‘Rebelde’. En la mayoría de hogares con niños o adolescentes se escucha a toda hora:
“Y soy rebelde
Cuando no sigo a los demás
Si soy rebelde
Cuando te quiero hasta rabiar
Y soy rebelde
Cuando no pienso igual que ayer
Y soy rebelde
Cuando me juego hasta la piel
Si soy rebelde
Es que quizás nadie me conoce bien.”
Publicidad
¿Rebelde? Pero, ¿qué es ‘Rebelde’? No es más que el reciclaje de Televisa de la antes exitosa serie argentina ‘Rebelde Way’.
Los protagonistas son seis chicos de alta sociedad, “fresas”, “plásticos” o “aniñados” como se quiera ver. Pero hay mucho más. Qué hay detrás de RBD es la pregunta de un especial diario que se ha emitido en los días previos a la llegada del grupo musical que salió de la telenovela. La respuesta es que ‘Rebelde’ y RBD son grandes productos del “marketing” enfocados a niños y adolescentes. La maquinaria que está detrás es impresionante: todos los recursos del gigante de medios mexicano en lo que tiene que ver con imagen, coreografía, videos, producción de conciertos, música, etc.
‘Rebelde’ no es más que el nuevo fenómeno continental dentro de esa gran industria que son las telenovelas juveniles. En el Ecuador la transmite Gamavisión. La serie tiene una narrativa y una estructura muy básicas, con visos de comedia, un poco de drama, romance, despertar sexual y una pizca de aventura.
Publicidad
¿Por qué una telenovela que supuestamente retrata la vida, los conflictos, el despertar sexual, los romances, las peleas con padres y autoridades, la búsqueda de afirmación de identidad personal y otros temas, de adolescentes mayores -de 17 años y más- atrae tanto a niños y niñas de 7, 8 hasta 12 años? ¿Hay una búsqueda de patrones en estos personajes?
El sicólogo Fernando Larrea contesta: “Está la búsqueda de modelos; hay que acordarse que los niños tienden a seguir los patrones expuestos por niños mayores o adultos, dependiendo de la edad y de su relación con otras generaciones. Piensan a veces que es ‘chévere’ ver cómo chicos mayores o adultos se comportan. La otra cosa es que a pesar de que algunas novelas tienen situaciones ‘adultas’, en el sentido de que exponen lo que pasa con adolescentes y adultos en sus relaciones, la verdad es que muchas tienen tramas bastante básicas que los niños pueden seguir fácilmente y eso los engancha”.
En un foro virtual promovido por la organización Eduteka (www.eduteka.org/foros/) se discute apasionadamente sobre la influencia de ‘Rebelde’. Allí un adolescente, identificado con el nick “Paozu00”, plantea lo siguiente: “Yo soy joven, tengo 17 años y no considero que esa novela represente para nada a nuestro grupo. Tampoco creo que refleje nuestros problemas, al menos los míos no son tan superfluos, existen muchas cosas más importantes y temas más delicados que esa serie no toca. La verdad, verla me aburre. La novela ha sido tan exitosa en niños menores de 12 años porque es tan simple que puede ser entendida por un bebé. Lo peligroso es que no les enseña nada. Bueno tal vez a ser envidiosos, superficiales, rencorosos, vengativos, ningún valor positivo”.
En este mismo foro, se expresa la preocupación de los padres: ¿Qué tan negativa puede ser la influencia de un producto como ‘Rebelde’? ¿La exposición de antivalores, la superficialidad, en las visiones acerca de la vida y las relaciones humanas, que predomina en esta telenovela puede modificar el comportamiento de los niños y adolescentes? Muchos parecen estar convencidos de esto.
En las investigaciones actuales se ha podido comprobar lo siguiente: “Los sujetos con un consumo excesivo de TV manifiestan un desarrollo de la atención menor respecto a aquellos que la consumen menos. Aún hay dudas al respecto de qué programas en concreto pueden ser más perjudiciales en este sentido, pero parece ser que la rapidez y aceleración de la imagen, la debilidad de las estructuras narrativas y el uso desmedido de técnicas superficiales de captación de la atención pueden aumentar el riesgo”, como se incluye en el documento ‘Programación infantil de televisión: Orientaciones y contenidos prioritarios’. Un texto que debiera ser de lectura obligada para padres, educadores y programadores de televisión.
Si bien el estudio establece los efectos que puede tener la TV, la influencia real sobre la modificación de comportamientos está relativizada: La televisión es parte del entorno cultural del niño como lo son la escuela, la casa, los círculos de amigos, etc. Los niños pueden ser más activos y más críticos con lo que ven, cuando ese entorno cultural es más robusto.
Pero hay visiones más radicales. José Javier Esparza, uno de los más respetados críticos en España, en su libro Informe sobre televisión , da una serie de datos impactantes: “En 1995, el Congreso Nacional de la Infancia Maltratada informó que, gracias a la televisión, un niño ve una media de 200.000 actos de violencia antes de cumplir 18 años... Cuando los actuales niños de los países desarrollados alcancen los 60 años, habrán pasado 8 años de su vida delante de la TV. Los docentes son prácticamente unánimes al afirmar que todo lo que consiguen en 6 ó 7 horas de clase se ve arruinado por 2 ó 3 horas de televisión”.
En ese contexto, hay otro factor. El hecho de que el niño va creciendo en un entorno de productos culturales de paupérrima calidad. Cuando crezca seguirá consumiendo telebasura o la “música” de grupos que gritan en vez de cantar, como bien lo señala una crónica sobre los conciertos de RBD aparecido en el periódico californiano La Opinión. Con series como ‘Rebelde’ se está creando toda una generación de consumidores habituados a la mediocridad y la superficialidad.