" Aunque a veces resulta tediosa, la rivalidad fraternal es normal y hasta saludable para el vínculo. Incluso, puede ser tomada como una oportunidad para enseñarle a los chicos cómo resolver un conflicto. "

Que esto es mío, que él me pegó, que ella no me lo presta, que me está molestando y haciendo burla. Esos y otros tantos gritos, lloriqueos y pataleos pertenecen a la infinidad de frases que en ciertas ocasiones los hermanos se dicen entre sí y que colorean y encienden la vida familiar. Porque, aunque a los padres les cueste aceptarlo, las peleas entre hermanos son normales y saludables. Eso sí, hasta cierto punto.

En una familia sana y aunque los hermanos habitualmente se lleven bien, se dan situaciones de rivalidad. Según el Centro para el Padre Efectivo de los Estados Unidos, no hay causas específicas que expliquen las peleas entre hermanos. Y las características de estos conflictos varían en cada familia, dependen de la edad y la personalidad de los chicos y se resuelven de forma diferente de acuerdo a cómo manejen los padres cada situación.

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Sin embargo, esta institución afirma que existen tres grandes tipos de rivalidad. Aquella que se da cuando los chicos pelean por su posición dentro de la familia, cuando luchan por la atención de los padres, y cuando discuten por sus pertenencias y amigos.

También es frecuente que los hijos mayores sientan que a ellos les tocó la complicada y larga tarea de abrir el camino y que gracias a eso le facilitaron todo a los hermanos que nacieron después de ellos. iIncluso, pueden sentir que debieron respetar reglas más estrictas. Por el contrario, los más chicos a veces manifies tan que los hermanos mayores reciben un trato preferencial, más beneficios y que participan más de las decisiones familiares. Y si los hermanos son tres o más, los del medio sentirán que quedaron olvidados entre el primogénito y el pequeño que acaba de nacer.

La rivalidad ocasional entre hermanos o los sentimientos encontrados se dan independientemente de que los padres hagan su mejor esfuerzo para ser equitativos con todos los hermanos. Cuando se habla de sentimientos y de relaciones humanas, prima la subjetividad, que a veces puede distorsionar la realidad.

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A pesar de que en ocasiones toda la familia se molesta al escuchar que los hermanos se pelean, esta rivalidad puede ser tomada como un desafío y como una oportunidad. Así, los padres pueden utilizar estas situaciones para enseñar a sus hijos a resolver conflictos, los que no dejarán de aparecer a lo largo de su vida. Además, al aprender a manejar la rivalidad, los chicos aprenden a respetar al otro, a decir lo que piensan con claridad y calma, y a cooperar y negociar.