“Servir para ser perfectos, ser perfectos para servir mejor” dice el fundador de la Gran Fraternidad Universal, Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, y sintetiza de manera extraordinaria la función principal para la que venimos los hombres a la Tierra. Coinciden en este pensar y sentir todas las religiones y las éticas. El hombre multitud, atropellado en sus derechos, hace la versión popular de ese principio cuando dice que el hombre que no vive para servir tampoco sirve para vivir.

El servidor público es por excelencia el servidor, ya que en términos generales es el escogido para servir a la más amplia gama de sus semejantes. El empleado público requiere de una mística aún más grande que la del privado, aunque muchas veces el balance se inclina a favor del privado. Pruebas al canto. Los malos resultados financieros obtenidos por las empresas públicas son testimonios irrefutables. La historia ecuatoriana está llena de casos en que la deshonestidad o el desamor se las han comido, virtualmente. Instituciones de gran solidez económica y prestigio han naufragado por el mal comportamiento de sus servidores.
Economistas, sociólogos y cuanto técnico existe, han rastreado los orígenes de este poderoso mal que aqueja al Estado. Unos lo identifican con la falta de una fuerte penalización de los delitos contra el fisco, otros le echan la culpa del mal manejo de los asuntos sociales por la partidocracia imperante, y todos tienen algo de razón. Yo pienso que hace falta, durante toda la vida, una educación que constituya una especie de catecismo del servicio al prójimo. Se requiere inculcar un respeto casi religioso para los usuarios del servicio público.

Los incontables casos de corrupción que son objeto de estudios y dictámenes de la Contraloría y de la Comisión de Control Cívico de la Corrupción son muestras de que hay una creciente descomposición moral en el país. Ella constituye uno de los signos de emergencia roja en la gobernabilidad. En casos así, la sociedad entera debe convertirse en una escuela, para educar al niño, el joven y el anciano en la responsabilidad que tienen de dar un vuelco grande a la conducta social del Ecuador.

Hay en América Latina hechos que merecen ser mencionados como ejemplos de solidaridad humana, civismo y amor patrio. Tal es el caso de la campaña de alfabetización realizada por Cuba al inicio de su Revolución. En tan exitosa campaña, todos los cubanos fueron maestros y discípulos a la vez.