La lobotomía, que alguna vez fue un método muy empleado para atender enfermedades mentales, como la epilepsia en incluso dolores de cabeza crónicos, ha generado una nueva controversia 30 años después de que los médicos dejaron de efectuar ese procedimiento quirúrgico, que ahora es visto como algo barbárico.
Un nuevo libro y un nuevo historiador médico señalan que el cruento procedimiento quirúrgico sí ayudó a aproximadamente el 10% de los casi 50.000 pacientes estadounidenses que fueron sometidos a la operación desde mediados de la década de 1930 hasta la de los setenta.
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Sin embargo, algunos familiares de personas que fueron sometidos a lobotomías quieren que el Premio Nobel de Medicina que se le otorgó a su inventor sea revocado.
El debate sobre la lobotomía fue discutido en un editorial publicado el jueves en la revista médica New England Journal of Medicine.
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La lobotomía fue efectuada por primera vez en 1936 por el neurólogo portugués Egas Moniz, quien operaba a personas con enfermedades psiquiátricas graves, como agitación o depresión.
El médico, a través de agujeros que abría en el cráneo, cortaba algunas fibras nerviosas que conectaban al lóbulo frontal del cerebro, donde se controla el pensamiento, con otras regiones cerebrales, al considerar que conforme surgieran nuevas conexiones nerviosas el comportamiento anormal del paciente cesarían.
Moniz, quien era muy respetado por inventar un método anticipado para analizar la función cerebral, daba informes escuetos en los que afirmaba que muchos pacientes se habían beneficiado con las cirugías y fue premiado con el Premio Nobel de Medicina en 1949.
El procedimiento estaba tan en boga que incluso Rosemary Kennedy, una hermana del ex presidente John F. Kennedy que sufría de un retraso mental leve, fue sometida en 1940, a los 23 años, a una lobotomía. Sin embargo, vivió en una institución para enfermos mentales, en la que murió en enero.
Otros médicos utilizaron métodos más primitivos que Moniz, al insertar una estalactita de hielo dentro del cerebro por encima de la cuenca del ojo y lo manipulaban a ciegas para cortar fibras nerviosas.
Para finales de la década de los treinta, los médicos informaron que muchos pacientes que eran sometidos a lobotomías los dejaban con conductas infantiles, apáticos y retraídos.
Su uso se fue disipando con la llegada de medicamentos psiquiátricos efectivos a mediados de la década de los cincuenta, así como el creciente uso de las terapias de electrodescargas.