El pionero de esta novedosa y particular disciplina es Nicholas Kurti, un físico húngaro que si bien participó en el proyecto de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial y que tuvo una gran trayectoria en Oxford, manifestaba una seria preocupación por problemas más cotidianos. De hecho, lamentaba que la humanidad supiera más sobre la temperatura del núcleo de una estrella de la del centro de un soufflé y tal vez tomó en consideración al gastrónomo francés Brillat-Savarin, que decía que el descubrimiento de una nueva comida aporta más felicidad a la humanidad que el descubrimiento de una estrella.
Entre fines de los 80 y principios de los 90, Kurti junto con otro hombre de ciencia, Hervé This, fisicoquímico del Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia, comenzaron a indagar cómo funcionaban los alimentos, cómo se comportaban al ser cocinados, cómo reaccionaban a las diferentes temperaturas y los diferentes ingredientes.
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Luego de la muerte de Kurti en 1998, This continuó investigando y se convirtió en el principal promotor de la gastronomía molecular, por lo que hoy en día participa de las numerosas conferencias y congresos que se están desarrollando en todo el mundo.