Siete equipos no corrieron obedeciendo el pedido del proveedor de neumáticos.

El primer ‘un-dos’ de Ferrari en el 2005 quedará simplemente para las estadísticas o la anécdota. El Gran Premio de Estados Unidos 2005 será eternamente recordado como aquel en el que apenas corrieron seis de los veinte monoplazas, después que los otros catorce se negaron a participar debido a un desacuerdo por la seguridad de los neumáticos Michelin.

Los 20 bólidos que originalmente participarían se colocaron en la parrilla de salida, y hasta concluyeron la vuelta de calentamiento. Pero fue entonces cuando los catorce autos que emplean llantas Michelín se regresaron a sus pits. Entre los que se negaron a competir estuvieron el líder del campeonato mundial, el español Fernando Alonso, y el finlandés Kimi Raikkonen, quien se ubica segundo en la tabla de posiciones.

La estupefacta multitud se quedó gesticulando mientras intentaba determinar por qué la mayor parte de los competidores descendía de sus automóviles. Muchos los abuchearon y otros arrojaron botellas a la pista para mostrar su disgusto.

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Después de diez vueltas de iniciada la competencia, muchos se marcharon.

“Era evidente que corríamos peligro hoy, y que no podíamos correr”, dijo Jarno Trulli, quien el sábado había ganado la posición de privilegio en la parrilla de salida.   “Realmente lo siento por los aficionados estadounidenses”.

El boicot resultó ser un fiasco para la Fórmula Uno, que hizo un esfuerzo desesperado para captar el mercado estadounidense, pues la principal serie de carreras del mundo no es muy popular en Estados Unidos.

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Los problemas iniciaron el viernes, cuando Ralf Schumacher chocó en la última vuelta de Indianápolis Motor Speedway después de que fallaran las llantas Michelin de su Toyota, y posteriormente no obtuvo la autorización médica para participar en la carrera. Su compañero de equipo, el brasileño Ricardo Zonta, también chocó por un problema en sus ruedas.

Michelin indicó que no podía determinar a qué se debía la falla, y solicitó autorización a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) para ver si podía enviar nuevos neumáticos desde su almacén de Francia, a lo que la FIA respondió negativamente, pues el reglamento solo permite que los vehículos usen un juego cada fin de semana.

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Entonces Michelin, el mayor fabricante de llantas del mundo, le recomendó a los siete equipos que usan sus productos que no intervengan en la carrera. Bridgestone le suministra a los otros tres equipos, con seis conductores.