Las pianistas Aliona Dziouba y Cecilia Marcillo junto con los alumnos del Conservatorio Antonio Neumane participaron en la actividad.

Cuando el mundo de la música se apresta a celebrar los  250 años del natalicio del genio de Austria (1756-2006), la directora del conservatorio  Sergei Rachmaninov,  Aliona Dziouba, se adelantó al convocar a un numeroso público al Teatro Experimental del Centro de Arte  la noche del martes pasado, para una  exposición didáctica sobre la vida y obra de Amadeus Mozart.

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La actividad fue organizada por la Fundación Sociedad Femenina de Cultura, en su programa Encuentros.

La directora y pianista rusa brindó –acompañada de imágenes visuales– una ponencia en la que contó  cómo desde la infancia el niño prodigio fue mostrando al mundo sus habilidades innatas en dominio del clavecín, primero; luego, del violín; y, posteriormente, del piano.

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Amadeus, hijo de Leopoldo Mozart –violinista de la corte del arzobispo de Salzburgo– había deslumbrado en sus viajes de infancia a reyes, príncipes, nobles y pueblo en general. Tocando sus primeras composiciones deleitaba donde iba. Incluso llegó hasta Roma, donde el papa Clemente XIV le otorgó la dignidad de “Caballero de la espuela de oro”.

Articulando anécdotas acompañada de imágenes visuales, la directora fue presentando a los  niños del centro de enseñanza, para que tocaran piezas en piano, lo que arrancó  aplausos del público.

Mozart, decía, por un lado fue un artista que supo independizarse del  servilismo de la corte y sus mecenas; y por otro, fue el primero en llevar la música de la corte al salón para que un público mayor la escuchara.

Como pianista popularizó tanto este instrumento que condujo  a la industria al máximo; en solo 50 años se llegó a producir y vender más de 550.000 pianos en Europa y Estados Unidos. En esa época tener uno dentro de casa era   signo de nobleza.  

Con  anécdotas continuó disertando la pianista Dziouba. Citó fechas y frases célebres de  personajes de la historia europea, como novelistas, filósofos, poetas, pintores y especialmente compositores, que han admirado la creatividad del genio de Mozart.

Ella ejecutó  piezas en el piano, unas veces sola y otras a cuatro manos acompañada de Cecilia Martillo, como la Sonata para 2 pianos en Re Mayor. También a dúo con violín. Antes de finalizar presentó al Coro del Centro de Arte, cantando una parte del Réquiem.  Fue una exposición didáctica, rica en datos, imágenes y piezas musicales.

A pesar de todo ello, la organización tanto en el ingreso del público –mucha gente se quedó afuera– como en la secuencia de la presentación de los músicos participantes, tuvo descoordinación.